La tragedia del parque Güell, segunda parte

Una segunda ponencia en el congreso sobre Gaudí sobre el deterioro del parque termina en un 'trencadís' municipal

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CARLES COLS / BARCELONA

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Segunda jornada del Segundo Congreso Mundial sobre Gaudí. De aquí al 2026 está previsto que se celebren cinco más. Lo que podía haber sido un menú académico solo apto para estómagos muy gaudinistas va y resulta ser un estimulante duelo de intelectos. El miércoles, Conrad Kent, hispanista y, según la organización del congreso, uno de los mayores expertos mundiales en el parque Güell, dejó la imagen del Ayuntamiento de Barcelona hecha un ‘trencadís’. Asegura este hispanista y doctor por la Universidad de Harvard que lo del parque es una “tragedia”, que ha sufrido un inexplicable maltrato durante los últimos 40 años, no solo por ser utilizado como escenario de sonadas saturnales (en las jornadas libertarias de 1977 solo faltaba Príapo en la orgía que allí se organizó), sino también porque, en su opinión, las restauraciones que después se han efectuado son indignas de una obra patrimonio de la humanidad. Los conservadores municipales no se han tomado bien la gruesa acusación, primero porque no han sido invitados al congreso, y, segundo, porque niegan la mayor. Llaman para quejarse. Lo que no saben cuando descuelgan el teléfono es que en la jornada del jueves ha habido otra ponencia demoleadora, en línea con la de Kent. Esto es un milhojas de polémicas que se solapan. Con Gaudíel petróleo de Barcelona, suele pasar.

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La ponencia del día sobre el parque Güell ha sido una sorpresa de última hora. Un conferenciante ha caído del programa por motivos personales y eso ha dado a María Eugenia García la oportunidad de exponer su investigación sobre el banco ondulado del parque, concebido por Gaudí, pero ejecutado por otro genio extravagante, Josep Maria Jujol, colega y estrecho colaborador del de Reus. “¿No le he dado carta blanca?, pues adelante, hombre, adelante”, le decía Gaudí a Jujol, y eso que este, experto en ‘trencadís’, era también un hombre de carácter, de aquellos que imponen respeto. En sus memorias, Oriol Bohigas, que fue alumno suyo, recuerda cómo les reprendía a veces en clase. “¿Pero usted no sabe latín y quiere ser arquitecto?”. Vamos, como para cambiar de carrera.

CASI AMBIGRAMAS DE DAN BROWN

El caso es que Jujol le hizo caso a Gaudí y se puso manos a la obra. Aquel banco terminó por ser mucho más que un asiento. La beatería de Gaudí es sobradamente conocida. El ‘trencadís’ del banco incluía en su versión original un conjunto de discretas inscripciones que hubieran hecho las delicias de Dan Brown. Eran un críptico cantos a María, con porciones estratégicamente colocadas al revés, para que las leyera la Virgen desde los cielos, casi como ambigramas. También había cerámicas pacientemente trabajadas por manos artesanas, para que como un braille de la fe se pudieran acariciar las espinas y los clavos de Cristo. Según la profesora García, de aquel relato místico queda apenas una quinta parte y, lo que enlaza con el disgusto que se ha llevado por sorpresa el ayuntamiento, las restauraciones realizadas lo han ignorado.

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En el rosario de ensayos que publicó bajo el título ‘La guerra contra el cliché’, el escritor inglés Martin Amis incluyó una de aquellas frases que desde entonces, y eso fue en el 2001, por ingeniosa corre de blog en blog.  “La única prueba que tenemos de la existencia de Shakespeare, aparte de su obra literaria, es el retrato de un hombre con pinta de tontainas”, dijo AmisGaudí es en este sentido la antítesis de Shakespeare. Es un genio no solo conocido por sus obras. También su vida es un libro abierto. En el congreso, ya puestos, se ha presentado incluso una fotografía inédita de Gaudí, joven, con 26 años, nada tontainas, más bien como sobrado de confianza, con el aspecto de Capitán Nemo de la arquitectura, convencido de su visión. Esto viene al caso porque, como ha contado García en su ponencia, Gaudí pasó 20 años de su vida en el parque Güell. Allí le pilló la Setmana Trágica. Allí se refugió. Hay que imaginarle de pie, en la explanada, un mirador excepcional sobre la ciudad, donde el humo aquellos días no salía de las fábricas sino de las iglesias. La Sagrada Família no se entiende sin el contexto de la época, y lo que implica el deterioro del parque Güell es un poco eso, una amnesia, una pena.

EL ENOJO MUNICIPAL

Maria Lluisa Aguado es la responsable municipal de Patrimonio. Es arquitecta y restauradora, por ejemplo, del Saló de Cent, que no es poca cosa. Lamenta profundamente la polémica. “No es cierto lo que se ha dicho en el congreso. Nuestras intervenciones en el ‘trencadís’ son casi quirúrgicas”. La cuestión, según Aguado, es que Gaudí empleó en aquel banco un material mortal, probablemente consiente de que necesitaría posteriores reparaciones. No responde, claro, por los disparates que se pudieran cometer años ha, pero sí que avala, por ejemplo, la intervención que a finales de los 80 y principios de los 90 llevaron a cabo el dúo Martínez Lapeña y Elias Torres, la que en el congreso han criticado con saña Kent y García.

La responsable municipal, por cierto, avisa de que próximamente se inciarán los trabajos de restauración de la cara exterior del banco, la que por fortuna no pueden pisar los visitantes. Desde que se cobra entrada al parque ya no lo visitan nueve millones de personas al año. menos mal. Ahora, por la zona restringida pasan (solo) 2,7 millones. Ese, en cualquier caso, no es el negociado de Aguado.