Gente corriente

Toni Codina: "La gente jamás creería todo lo que yo he visto y he oído"

El último de Can Codina. El dueño del histórico bar de Gràcia rememora la época dorada del vermut.

«La gente jamás creería todo lo que yo he visto y he oído»_MEDIA_1

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GEMMA TRAMULLAS

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Al traspasar la puerta de madera del bar Can Codina, en la esquina de las calles de Torrent de l'Olla y de Perill, el calendario retrocede hasta los años 30 del siglo pasado. Desde entonces casi nada ha cambiado en el interior de este local del barrio de Gràcia que en su día alojó vermuts masivos, reuniones clandestinas y juergas flamencas y que también ha servido de escenario para rodar videoclips como Tú y yo, de David Bisbal.

-Es entrar y viajar a otra época.

-Mis abuelos abrieron el local hace 83 años, antes de la guerra, y menos los barriles de vino, que ya no están, todo sigue más o menos igual. Mi madre me contaba que antes de nacer yo venían por aquí los de la FAI [Federación Anarquista Ibérica] y se sentaban al fondo, junto a los barriles. Cuando pensaban que ella no les veía, volvían a llenarse los porrones.

-Una época movidita.

-En una ocasión hubo un tiroteo en la calle y una bala traspasó el portal de madera del bar sin que por suerte hubiera víctimas.  Cuando cambiaron el portal por una persiana metálica, mi madre hizo que abrieran un orificio justo en el mismo lugar por donde había entrado aquella bala, así podía tener cerrado y controlar lo que pasaba en la calle  mirando a través del agujero.

-¿Cómo era antes la clientela?

-Por aquí ha pasado todo quisque. Esto estaba lleno de talleres y venían muchos obreros y familias del barrio. También solían venir políticos de Esquerra Republicana y socialistas. ¡Aún me parece estar viendo a Lluís Maria Xirinacs en una de las mesas! Entonces Franco aún vivía y le dije a mi madre: «Un día nos van a meter una bomba para hacer limpieza en las filas de la izquierda».

-Los artistas tampoco perdonaban el vermut en Can Codina.

-Si desde el principio  nos hubiéramos dedicado a pedir fotos y autógrafos tendríamos las paredes forradas. La gente jamás creería todo lo que yo he visto y he oído entre estas cuatro paredes.

-Cuente, cuente...

-Solo guardo recuerdos aislados. Me acuerdo de Lola Flores y El Pescaílla, que nació cerca de aquí, en la calle de Fraternitat. Llegaban a primera hora de la tarde, aparcaban su Mercedes enfrente y yo les servía. También venían Peret y Gato Pérez, que estuvo aquí apenas una semana antes de fallecer.  Cuando se juntaban los gitanos del barrio y empezaban con las palmas se te caía la baba escuchándoles. También recuerdo haber servido a los jugadores del Barça Kocsis y Czibor.

-¡Kocsis y Czibor! De eso hace un montón de años.

-Yo nací en el año 44 en la vivienda que hay justo encima del bar, donde sigo viviendo.  Desde pequeños, mi hermana y yo ayudábamos a mis padres. Hice estudios de ingeniería técnica eléctrica, pero cuando terminaba las clases volvía a casa, me cambiaba de ropa y me ponía servir.

-Se trabajaría mucho.

-Muchísimo, sobre todo los sábados y domingos. Entonces la gente no tenía coche ni segunda residencia y el fin de semana la única diversión era ir a tomar el vermut.  Trabajábamos mi padre, mi madre, mi hermana, una señora y yo y apenas dábamos abasto. Era un trabajo muy esclavo. Al final murieron todos, mis abuelos, mis padres y mi hermana y me quedé solo.

-Este local es una institución.

-A mis 70 años debo ser de los más viejos de aquí y, si no, poco le falta. De aquella época apenas queda nada, todo ha caído víctima de la piqueta. Enfrente había una masía muy grande y los almacenes Agapito y El Mundo. En un portal estaba la Pepis, que vendía periódicos, y un poco más arriba la frutera y la planchadora. Ahora todo son restaurantes.