DEBATE SOBRE LA SEGURIDAD DE UN COLECTIVO EN ALZA

Todo un año sin aprender

Tragedia y recuerdo 8A la izquierda, una imagen del accidente que acabó con la vida de una ciclista. A la derecha, la bici que recuerda aquella desgracia, ayer.

Tragedia y recuerdo 8A la izquierda, una imagen del accidente que acabó con la vida de una ciclista. A la derecha, la bici que recuerda aquella desgracia, ayer.

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL
BARCELONA

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Si hubiera pedaleado algo más deprisa, si no hubiera parado para ver aquel escaparate con adornos navideños, si no hubiera cogido esa llamada... La suma de muchos factores, de infinidad de casualidades que ya no vienen a cuento, hicieron que Maria -se desconoce su nombre pero así la llamaremos- pedaleara a las 15.30 horas del 2 de enero del 2012 por el cruce de Diputació con Aribau. Si ese conductor no se hubiera entretenido con la radio, si hubiera pasado ese ámbar, si le hubiera entrado bien esa primera marcha que le retrasó unos segundos... El mismo cúmulo de circunstancias aleatorias llevaron a un camionero a estar en el mismo lugar que Maria y a la misma hora. Una quiso seguir recto por el carril bici. El otro giró para subir. El desenlace fue tan trágico como previsible. Aquella usuaria del Bicing de 48 años perdió la vida casi en el acto, y la Guardia Urbana concluía unas semanas después algo que era tan evidente como revelador: el hombre no vio a la mujer. Un año después, la bicicleta blanca que se colocó en su memoria -un gesto que se repite en otros 30 países y que se originó en Misuri (EEUU) en el 2003- sigue poniendo la piel de gallina a los que conocen su significado. Y exactamente un año después de aquella triste noticia, se hace inevitable preguntarse si Barcelona es hoy una ciudad más segura para la creciente comunidad ciclista.

La fotografía de la izquierda estremece. No lo tomen como un recuerdo sensacionalista, no es esa la intención, de ningún modo. Más bien asuman la escena como una reflexión sobre la verdadera naturaleza del ciclista; sobre su fragilidad y su papel en la algarabía vial diaria de la capital catalana. Debe respetar las mismas normas de circulación que el resto de vehículos, sin duda, ¿pero es correspondida esa débil seguridad con decisiones políticas que estén a la altura? De las desgracias, una vez enfriadas, se suele sacar un aprendizaje. El triste fallecimiento de Maria, analizado un año después, parece que ha alumbrado más bien poco.

Pisar la calle

A menudo se acusa a los políticos de tomar decisiones sin pisar la calle. En el tema que aquí ocupa, los entendidos en ciclismo urbano de la ciudad coinciden en que los técnicos municipales«parece que no han pedaleado por Barcelona en su vida».Se acuerdan de cómo el PSC creó una red de bicis públicas sin preocuparse por las habilidades o la formación de los futuros usuarios; de la decisión de CiU de echar a las bicis de las aceras -la nueva ordenanza se está cocinando-, o del programa electoral de Trias, donde se señala que la bici es«un problema que debe pasar a formar parte de la solución» a pesar de que del total de vehículos accidentados anualmente, solo el 2,4% son bicicletas. Hay quien apunta a un cambio de hábitos, incluso a la necesidad de que se produzca una renovación generacional. ¿Sirve decir que los conductores todavía no se han habituado a la presencia de las bicis? Si el precio que hay que pagar son tragedias personales, no, no sirve. Albert García, portavoz de Amics de la Bici, suele referirse a la «provisionalidad de la bici». «No hay estructura fija. El día que quieran, borran todas las señales y aquí no ha pasado nada. La bici parece algo pasajero, nunca se ha pensado como un elemento de futuro; más bien como algo circunstancial. No hay fe, ni un plan claro ni nítido»,resume.

Los cruces del Eixample siguen siendo un problema serio a pesar de que se haya pintado de rojo su carril en las intersecciones del centro en las que hay vial ciclista. En muchas ciudades europeas, como Londres o Estocolmo, resuelven parte del conflicto con zonas avanzadas para ciclistas en los semáforos. Aquí se hicieron, pero para motos, con lo que la bici sale al mismo tiempo que los coches. La única solución en los giros a la derecha, en el caso de seguir recto, es mirar hacia atrás y reducir la marcha.

La mala imagen del ciclista, alimentada por decisiones que han viciado la convivencia con el peatón en algunas aceras, ha desviado el debate sobre la seguridad. Maria abrió una discusión sobre los cruces, pero no se pasó de la primera página. La nueva ordenanza seguramente ahondará en sus deberes. Asalta la duda sobre si también reforzará los derechos. Un año después, la lección sigue sin cuajar. Ni política ni socialmente.