Evolución de un recinto lúdico

El Tibidabo recupera público pero con cifras que aún lastran su futuro

Dos niños juegan en unos grandes dados cerca del emblemático avión del parque de atracciones del Tibidabo, el pasado jueves.

Dos niños juegan en unos grandes dados cerca del emblemático avión del parque de atracciones del Tibidabo, el pasado jueves.

CARLES COLS
BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

«Otra vuelta, chicos». Es domingo, 21 de agosto, y los empleados del Tibidabo, siempre atentos, invitan a los niños a repetir sin bajarse de la atracción. No hay nadie en la cola. La estadística histórica dice que el tercero de agosto no es un fin de semana de gran afluencia de público, pero la sospechosa placidez que muestra el parque de atracciones esa tarde recuerda cuán cataclísmico fue el accidente mortal que aconteció allí el 17 de julio del 2010. La muerte de una joven al desplomarse El Péndulo hizo que uno de cada tres visitantes habituales del parque perdieran la confianza en él. Se dice pronto. De 600.000 visitas en el 2009 se cayó a 400.000 en el 2010. Por debajo de 600.000 usuarios anuales el parque es deficitario. Por encima, proporciona ingresos.

El Ayuntamiento de Barcelona, propietario del centro de ocio desde el 2002, observa pues con esperanza el leve repunte en el número de visitantes registrado en julio y agosto en comparación con el mismo periodo del 2010. Uno de cada dos desencantados parece haber dado un voto de confianza a la seguridad del parque. Para el equipo de gobierno municipal es crucial, pues prevé retornar a la gestión privada el Tibidabo tan pronto como pueda.

Joan Puigdollers, concejal de Sarrià-Sant Gervasi, sostiene que son tres los problemas que aquejan al parque de atracciones y que urge resolver para, cuando sea viable, otorgar la gestión del Tibidabo a una empresa en régimen de concesión. El primero es común a cualquier negocio: la crisis. El segundo es el daño que causó la caída de El Péndulo y la cadena de accidentes ocurridos en distintas ferias este verano.

Crisis y crisis de confianza no tienen fácil remedio. Sobre el tercer problema, en cambio, Puigdollers sostiene que el Ayuntamiento de Barcelona sí puede y debe actuar. «Sin miedo y sin ningún tipo de vergüenza hay que apostar aún más decididamente por el público familiar», afirma. Los adolescentes, por decirlo de algún modo, son infieles al Tibidabo. Se dejan seducir pronto por ofertas más mayúsculas, como Port Aventura. «Tenemos que definir mejor el modelo de parque que queremos», insiste Puigdollers.

OPCIÓN INSUFICIENTE / El edil, de hecho, considera que la apuesta del anterior gobierno por el público infantil fue nula o, como mínimo, insuficiente, aunque precisamente una de las prioridades del ayuntamiento cuando en el 2002 incorporó el Tibidabo a su patrimonio fue poner fin a la línea de ocio adolescente que había potenciado hasta entonces la empresa propietaria, PATSA.

Durante los últimos nueve años, el recinto ha sido objeto de incesantes modificaciones encaminadas a agradar al público. La apertura de la plaza superior, la renovación de algunas atracciones, las mejoras en el acceso en transporte público... La consecuencia ha sido que, cartera en mano, la empresa municipal BSM ha concedido un crédito de 10 millones de euros al Tibidabo para llevar a cabo las obras. Esa es otra cuestión que, según Puigdollers, habrá que resolver antes de plantear la convocatoria de un concurso para la gestión del parque. En realidad, es una situación singular, pues es como si el bolsillo derecho del Ayuntamiento de Barcelona le debiera 10 millones de euros al bolsillo izquierdo. Puigdollers, en cualquier caso, cree que es un galimatías que merece ser resuelto.

¿Cuándo se convocará el concurso? El edil no pone fecha. ¿Antes de que termine el mandato? Por supuesto. CiU pretende así ser fiel a sus años de prédica desde la oposición. No cabe entre las funciones de un ayuntamiento gestionar un parque de atracciones.