ATENTADO EN BARCELONA

"Se cogían de las manos, no sé si para no perderse o para sentirse"

Soedade estaba comiendo en casa de su suegra en la calle de Canuda cuando ha oído el estruendo y ha presenciado la psicosis colectiva

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Helena López / Barcelona

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El concejal de Ciutadans en el Ayuntamiento de BarcelonaPaco Sierra, se econtraba en la Boqueria junto a otro concejal de su partido y a su ‘consellera’ en Ciutat Vella cuando han visto una estampida dentro del mercado. "Taburetes volando y gente corriendo desesperada, personas en el suelo, chillando…", relata el concejal. Al ver la escena, el edil ha salido del mercado hacia la Rambla a ver qué pasaba y se ha encontrado con la furgoneta del atentado, ya parada, y con los heridos y los muertos en el suelo. Se ha identificado como concejal a un policía y le ha preguntado qué podía hacer. Este le ha respondido que ayudar a los heridos a meterse en locales. A desalojar la zona, ya que el autor había huido.

En ese momento, justo en seguida, todos los locales de la Rambla han bajado las persianas y han despejado la calle, relata Sierra. "He cogido a una chica herida en una pierna y la he metido en un restaurante. El local en el que estábamos era el único que no tenía persiana, con lo que lo veíamos todo. El SEM y los bomberos; urbanos y Mossos con las armas desfundadas buscando al conductor, que había huido", cuenta el concejal.

Sierra relata también escenas de mucha tensión dentro del restaurante en el que estaban encerrados. "Los familiares de tres de los heridos querían salir para que atendieran a sus seres queridos, y la policía les decía que había que priorizar los heridos más graves; y que salir, además, era peligroso; que les podrían disparar", prosigue el concejal.

"Solo se han quedado los testigos presenciales"

Han estado en el restaurante cerca de dos horas, hasta que la policía les ha dejado salir. "Solo se han tenido que quedar los testigos presenciales del momento del atropello, a los que la policía quería tomar más declaración para obtener todos los detalles posibles", concluye.

Soedade hacía la sobremesa en casa de su suegra, en la calle de Canuda, muy cerca de la Rambla, cuando oyó el estruendo. Bajó a la calle y vio a la gente correr. Sintió el pánico que se había apoderado de la gente que corría por la calle, muchos sin saber por qué. "Yo no vi la furgoneta. Vi el destrozo. El post. El pavor de la gente, que lo dejaba todo y salía corriendo. Se les caía una chancla y no volvían. Dejaban las bicicletas tiradas y llamaban a los portales a pedir refugio", explica la mujer, quien en el momento del atentado hacía tiempo para ir hacia el aeropuerto para coger un avión. "Bajé a la calle con la maleta. La policía nos decía que era una cosa muy grave, que nos metiéramos en casa. Había tres heridos allí delante", prosigue. "Había gente que se cogía de las manos, no sé si para no perderse, o para sentirse -relata-, psicosis y lloros, incluso sin haber visto nada. Por el miedo que llevamos todos".