El teatro de la vida

Sants suma una nueva calle al concurso de ornamentaciones y reafirma su vitalidad, aunque aspira a mayor relevo generacional

CARLES COLS
BARCELONA

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Sants puso a rodar anoche su fiesta mayor con 16 calles engalanadas, una más que el año pasado, lo cual es un síntoma a tener en cuenta, y con una previsión meteorológica que en principio no es mala, y eso sí que es toda una novedad, pues en la plaza de la Farga, que ganó el año pasado el concurso con una esmerada recreación de Venecia, aún lloran las tres trombas de agua que les arruinaron en un pis pas el trabajo de varios meses.

Empieza pues, la segunda parranda vecinal con más tirón de la ciudad, por detrás, cómo no, de Gràcia, en el calendario y en la repercusión mediática.

Las fiestas de Sants, como las de Gràcia, han sido tomadas a veces como un género menor, algo así como los entremeses teatrales, un divertimento en este caso veraniego sin mayor trascendencia, pero ahora con la metamorfosis que ha experimentado Barcelona desde el cambio de siglo (migraciones, paro, turistificación…) se han revelado de repente como el electrocardiograma de la verdadera vida social de barrio. «Este año hay una calle más. Se han apuntado al concurso de engalanados los vecinos de Rossend Arús», explica Sònia Miró, presidenta por último año de la Federación de Asociaciones y Comisiones de Calles de la Fiesta. Es curioso, pero en Gràcia sucedió este año lo mismo. Se sumó una calle más a la celebración, la Travessia de Sant Antoni, y además a lo grande, pues quedó en tercer lugar en el concurso. Sin embargo, hay una notable diferencia, advierte Miró. En Gràcia era un grupo de gente muy joven la que decidió hacer crecer la fiesta. En Sants, en algunas comisiones de calles hace tiempo que no entra sangre nueva. Con amargura, Miró teme que las fiestas de Sants «no resistan» el paso del tiempo por falta de fuerzas.

Cita en Finlandia

Afirma que sería una lástima. Primero porque al comercio de la zona le sienta estupendamente abrir en agosto, en principio un mes de telarañas si no pasa nada extraordinario, y encontrarse las calles llenas. Pero lo más importante es como de forma imperceptible se tejen relaciones sociales entre vecinos de una misma calle e incluso con los de otras situadas en el extremo contrario del barrio. Por ejemplo, una de las peculiaridades de las fiestas de Sants que con más ganas aguardan los asiduos a esta cita del calendario es la obra teatral que organizan los vecinos de la calle de Finlàndia. Es una pieza amateur y humorística que este año está prevista para el miércoles por la noche.

Otro aliciente para los organizadores es, en esta edición, que de forma inusual la fiesta cae en el calendario con los dos pies, el de adelante y el de atrás, sobre fines de semana. La organización no suele entrar en bailes de cifras sobre el número de visitantes. En Gràcia presumen de dos millones. Realmente las calles han estado muy llenas en ese barrio durante las fiestas. «Aquí también viene mucha gente, no sé realmente cuánta, pero las calles son algo más anchas, y ello hace, tal vez, que no parezca una fiesta tan multitudinaria», dice Miró.

Las calles, efectivamente, son algo más anchas. Lo saben bien los vecinos encargados de la decoración. Cuesta algo más darles empaque. Pero en Sants tienen una ventaja de la que carece Gràcia. Es el parque de la Espanya Industrial, un auditorio perfecto para programar conciertos que se prevén multitudinarios. El martes, por ejemplo, actuará allí Anímic, Se atormenta una vecina y Buhos. Los primeros de la lista, por si solos, parece que ya son una garantía de éxito en la convocatoria.

Anoche, en resumen, se alzó el telón en Sants. ¿Vale la pena? Miró, la presidente de la fiesta, anima a acercarse a ella tal y como lo ha hecho el pregonero de este año, Enric Masip, exjugador de balonmano. Otros pregoneros han aceptado encantados la invitación en años anteriores, pero pocos han hecho lo que Masip. «Ha visitado a los miembros de cada una de las comisiones, ha charlado con ellos, se han hecho fotografías todos juntos… Ha sido una delicia tenerle aquí». Su vinculación con Sants es muy indirecta. Tiene un buen amigo en el barrio. Eso es todo. Miró, así, invita a visitar las fiestas a lo Masip.