BARCELONEANDO

Al teatro con la lección aprendida

El musical 'Sang i fetge' propone recorrer el barrio del Born antes de disfrutar de la obra

El mapa del paseo de Lluís Companys que superpone la Barcelona de 1714 a la trama viaria actual.

El mapa del paseo de Lluís Companys que superpone la Barcelona de 1714 a la trama viaria actual. / JORDI COTRINA

NATÀLIA FARRÉ / BARCELONA

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Rutas por Barcelona hay muchas. Tantas como la imaginación alcance a crear. ¿Que a uno le apetece rastrear las huellas que han dejado los masones? Ahí hay un recorrido montado. ¿Que la idea es cazar brujas? También hay itinerario. Si la preferencia está en los templarios, tampoco hay problema. Como posible es peregrinar por los rincones más canallas y frívolos de antaño. Por no hablar de los recorridos más tradicionales: la Barcelona romana, medieval, modernista... Sin llegar al auge de las rutas, otro fenómeno hierve en la ciudad: los musicales. Ahora hay tres en cartel -'Mamma Mia!', 'Mar i cel' y '73 raons per deixar-te'- pero hasta hace poco había cuatro más. Y es que en Barcelona, el teatro con música vive uno de sus momentos dulces.

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Rutas y musicales. Hasta aquí nada nuevo bajo el sol. Pero ahora hay vuelta de tuerca. La firma el Teatre Victòria y su propuesta de musical con ruta. O lo que es lo mismo, la sala invita, antes de sentarse en el patio de butacas, a un recorrido, voluntario y sin coste, por la Barcelona que aparecerá en el escenario. Eso sí, solo en las funciones de tarde. El objetivo, contextualizar la obra antes de disfrutarla. La pieza no es otra que la ambiciosa 'Sang i fetge'. Una historia de amor y resistencia en la Barcelona sitiada de 1713. Y nada mejor que conocer los rincones por donde transcurren los hechos antes de enfrentarse a las cuitas sentimentales y las gestas cotidianas y/o heroicas de Ònia, William, Joan Martí, Ramon, Eulàlia, Núria y Onofre.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"La ruta empieza pisando","text":"\u00a0el mapa en el que la Barcelona\u00a0de 1714 se superpone a la actual"}}La obra llegará después de la Navidad, pero el sábado hubo ensayo. No en el escenario, sino en el Born. El historiador Agustí Alcoberro hizo de cicerone, no en vano el que fue director del Museu de d’Història de Catalunya es el autor de la ruta. El punto de partida no podía ser otro que el mapa gigante instalado al final del paseo de Lluís Companys, delante de la Ciutadella. En el pavimento, el plano aúna la ciudad amurallada de principios del siglo XVIII con la trama viaria actual. Con los pies sobre la historia uno acierta a situar los famosos baluartes en los que austriacistas y borbónicos se enfrentaron. Ahí están el de Jonqueres (en la actual plaza de Urquinaona), el de Sant Pere (justo donde se erige el monumento de Rafael de Casanova) o el de Santa Clara, a la vuelta de la esquina.

La ruta sigue las huellas de la destrucción, como el convento de Sant Agustí que, situado a primera línea de fuego, fue arrasado por las bombas y luego reconstruido como Academia de Matemáticas, de ahí los símbolos que aparecen en los dinteles de sus puertas que nada tienen que ver con la masonería. Y la ruta recorre los pasos de la muerte, en el Fossar de les Moreres, donde se enterraron los fallecidos del Onze de Setembre y a los de antes y a los de después. Pues era el cementerio parroquial de Santa Maria del Mar. Lo de que 'no s’hi enterra cap traïdor' es posterior, sale de un poema del siglo XIX de Serafí Pitarra.

La alegría de la corte

Pero el recorrido no olvida que en la Barcelona de la época también hubo alegría. La que trajo la corte del archiduque Carlos o Carlos III instalada en la ciudad desde 1705 hasta 1713. El epicentro era el Palau Reial, edificio del que no queda nada más que un par de nombres de calles: Passatge de Palau y Pla de Palau. La residencia sobrevivió a la guerra pero no al incendió que sufrió en 1876. Antes del sitio y del fuego, por ahí pasaron artistas, embajadores y aristócratas; se celebraron bodas, la del propio Carlos III con Isabel Cristina de Brunswick-Wolfenbüttel, y se estrenaron óperas. La alegría duró hasta la firma del Tratado de Utrecht y la marcha de la Reina. “Lo que quedó luego fueron los catalanes en solitario contra dos grandes potencias: la Francia de Luis XIV y la España de Felipe V. Y 14 meses de sitio que se han explicado tanto que han hecho olvidar lo que había antes”, concluye Alcoberro. Lo que hubo después, lo cantan en 'Sang i fetge'. 


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