UN CHOFER PECULIAR

Un taxista de ley

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CARLOS MÁRQUEZ DANIEL / BARCELONA

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Al inicio de la conversación, sin la confianza trenzada, Antonio Carmona pide omitir la información. Le da reparo que se sepa que, en un momento de su vida, cuando tenía algo más de 30 años, tuvo "ganas de conocimiento". Empezó a estudiar Derecho en la Universitat de Barcelona. Y cinco años después, y mientras seguía haciendo el taxi, se licenció. Tras dos horas de charla, entiende que eso es algo bueno, que no hay pedantería en el hecho de querer saber. 

No tenía estudios. Dejó de hojear libros "con 14 o 15 años", ya no se acuerda. A mitad del siglo pasado, dada la maltrecha economía familiar de posguerra, tuvo que ponerse a trabajar. Dos décadas después, entrados los 70, se matriculó. Todavía hoy sigue sin tener muy claro cuál fue la razón última que le empujó a las aulas, más alla de la curiosidad, la inquietud de conocer. Pero no fue un camino de rosas, porque al no cumplir los requisitos para acceder a la universidad, tuvo que buscar atajos. Contó con la colaboración de dos padrinos de excepción. Eran dos miembros del PSUC vinculados a la facultad de Derecho, hombres para los que la historia tenía reservado un papel en los años venideros. 

PADRINOS DE LUJO

Se trataba de Josep Solé i Barberá y de Jordi Solé Tura, ambos juristas, ambos futuros diputados en el Congreso de los Diputados, ambos catedráticos y redactores de estatutos y constituciones que pensaron que Antonio y un compañero suyo, también taxista, merecían aquella oportunidad. "Ellos nos ayudaron a entrar, de otra manera no lo habríamos conseguido". Fueron cinco años duros, pero lo consiguió. "La recaudación en el taxi era mucho mejor que ahora, así que podía permitirme menos horas en el coche para poder estudiar y asistir a clase". A pesar de tener el título bajo el brazo, nunca se planteó ejercer la profesión, aunque todo lo aprendido le ha servido después para redactar estudios, por ejemplo, sobre Uber, la aplicación que ha declarado la guerra al taxi tradicional y que, de momento, va perdiendo la contienda. Lo ha titulado 'Uber, internet y los socialistas utópicos'.

Antonio Carmona conduce el taxi más viejo de Barcelona. El vehículo, y probablemente también su propietario, se jubilarán el año que viene. El Renault 21 se quedará de escaparate de la Industria del Taxi Sociedad Cooperativa Limitada, organización de nombre poco pegadizo creada en 1942 y que Antonio, junto a una treintena de compañeros, ha resucitado. Han adquirido una radioemisora y tienen app propiaEl decano de los taxis servirá como escaparate. Una manera de decirle al resto de los compañeros que la experiencia es un grado. Y la de Antonio, un lujo.

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