HUELGA CONTRA LAS VTC

El taxi araña del Govern una comisión para controlar las licencias VTC

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL / BARCELONA

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Basta con escuchar una banda sonora para adivinar, más o menos, de qué va una película. Porque la música es el reflejo de un estado de ánimo.

Que le pregunten a Álex Ubago. El caso es que el taxi de Barcelona, en su quinta jornada de huelga en lo que llevamos de año (termina el viernes a las seis de la mañana), ha elegido este jueves unas canciones muy acorde con lo que vienen reivindicando y con el tono con el que se suelen expresar. ‘Seek and Destroy’ (buscar y destruir), de Metallica; ‘Highway to hell’ (carretera al infierno), de AC/DC, ‘Killing in the name’ (matar en nombre), de Rage Against the Machine; ‘We are the champions’ (somos los campeones), de Queen; ‘Torito guapo’, del Fary, o el clásico ‘La cucaracha’, nombre con el que han bautizado a sus enemigos de Cabify y Uber. Por la mañana han tomado las calles del centro en defensa de su profesión y contra las aplicaciones que consideran “invasoras”. Esta tarde han desconvocado in extremis la marcha lenta que habían anunciado a partir de las 18.30 por las rondas y que, previsiblemente, habría dificultado mucho la movilidad en la ciudad. Tras tener en vilo a media ciudad, pendiente de cuál sería su acción, han improvisado una por Gran Via con escaso efecto en el tráfico, sin que la Urbana se interpusiera.

La manifestación de las 11 de la mañana, con unas 500 personas, ha transcurrido casi con total normalidad. Casi. Un periodista que realizaba un directo para una televisión ha sido agredido por un reducido grupo de taxistas, al que han increpado por sus “mentiras”.

La policía ha tenido que hacerse cargo de él para evitar males mayores. Al margen de este incidente, lo de siempre: petardos, silbatos, gritos contras las licencias de alquiler de vehículos con conductor (conocidas como VTC) y alguna que otra proclama contra los medios de comunicación. Tras más de dos horas de lentísimo paseo, y ante las cámaras de centenares de turistas, han desembarcado en Sant Jaume, donde una pequeña delegación ha entrado en el Palau de la Generalitat para arañar promesas del Govern. Han salido satisfechos.

MÁS VIGILANCIA

Les ha recibido el director general de Transports i Mobilitat, Pere Padrosa. Han acordado crear una comisión de seguimiento para conocer de cerca la evolución de la autorización de nuevas licencias VTC, aumentar el control en las zonas más conflictivas y clarificar la interpretación de la normativa de este tipo de permisos de cara a que esos controles sean más eficaces. La Generalitat también se ha comprometido a “defender delante de Fomento que se mantenga, y si puede ser, se vuelva a la proporción que marca la ley entre VTC y taxis, que es de 1 a 30”. Actualmente, en Catalunya hay una licencia de alquiler con conductor por cada 14 taxis. El mayor temor del gremio es que el Tribunal Superior de Justícia de Catalunya acabe dando salida a las cerca de 1.000 licencias VTC que están en manos de los jueces. Si pasan el corte, se rompería la baraja del transporte.

Mientras se celebraba el encuentro, en Sant Jaume ha seguido la fiesta. El micro ha ido pasando de mano en mano. La palabra más usada ha sido, con mucha diferencia, “guerra”. Para el que haya seguido las cinco manifestaciones de este año, la virulencia verbal no es ninguna novedad. Pero otra cosa es el efecto que tienen sus palabras.

El Sindicat del Taxi (Stac), que hasta la irrupción de Elite, hace un par de años, era el sindicato mayoritario del taxi metropolitano, se ha apeado de la protesta porque apuesta por vías más negociadoras. A través de un comunicado, esta organización ha considerado “desmesurada” la huelga de 24 horas. Según sus cálculos, un día sin trabajar supone unas pérdidas de cerca de 1,2 millones de euros para el sector.