RECURSO CONTENCIOSO-ADMINISTRATIVO

Tarjeta al ayuntamiento

El ilustrador Carlos Romeu denuncia al consistorio, que le acusa de falsificar su ficha de discapacitado para aparcar en zona reservada

Romeu, con la tarjeta de discapacitado visible en su automóvil, el pasado septiembre, en Barcelona.

Romeu, con la tarjeta de discapacitado visible en su automóvil, el pasado septiembre, en Barcelona.

ROSA MARI SANZ / BARCELONA

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Dice que es tan cojo como tozudo, y que si no fuera porque lleva un cabreo monumental la historia daría para una ácida viñeta con la que pondría punto final al tema. Pero no ha sido así. El irreductible ilustrador Carlos Romeu, creador del personaje Miguelito, ha recurrido vía judicial una multa del Ayuntamiento de Barcelona, con lo que pretende recuperar los 50 euros ya abonados y paliar la impotencia que sintió cuando le castigaron por, según consta en la sanción, haber aparcado con una tarjeta de discapacidad falsa en zona azul. Algo, alega el humorista, completamente falso, y que no le han demostrado porque no ha podido acceder a la foto probatoria que se realizó, como consta en la multa.

Romeu, con un grado de discapacidad del 58% secuela de un ictus, acudió el pasado 9 de mayo al Hospital Vall d'Hebron para hacerse unas pruebas y al salir encontró una sanción que se justificaba en que la tarjeta de discapacidad era «no original». «¿Cómo voy a llevar una fotocopia o una falsificación si tengo la mía?», explica Romeu. Y achaca el lío al «afán recaudatorio del Instituto Municipal de Hacienda». «No puede ser que la persona que me multó no tenga acceso a la información de la Administración para comprobar si soy titular o no de la tarjeta y si está vigente», clama el dibujante.

Otra de las posibles justificaciones que se le pasó por la cabeza para entender lo que califica de «despropósito» es que su modelo de tarjeta es antiguo y el sancionador (vigilantes de BSM o agentes de la Guardia Urbana; en su caso fue un policía) la pudo dar por falsa. Este es un argumento esgrimido en el recurso contencioso-administrativo interpuesto contra el Ayuntamiento de Barcelona.

Confusión

El consistorio cambió hace más de un año las tarjetas unipersonales de aparcamiento para discapacitados no vinculadas a una matrícula incorporando un holograma. Lo hizo al detectar el aumento del fraude de tarjetas de aparcamiento para discapacitados con el uso por parte de familiares, perjudicando a quien necesita la plaza. Desde su entrada en vigor conviven las nuevas y las antiguas, hasta que estas últimas caduquen. La de Romeu es vieja, con validez hasta mayo del 2017.

El dibujante asegura que desde la propia oficina de tramitación de la tarjeta de aparcamiento de la plaza de Pi i Sunyer, en Ciutat Vella, le aconsejaron que la renovara y le aseguraron que había cierta confusión con las tarjetas nuevas y antiguas, y habían recibido varias quejas de multas injustificadas. Por contra, desde el consistorio dicen no tener constancia de un aumento de sanciones por este motivo, aunque aseguran que se ha reforzado la información entre los vigilantes de BSM y la Guardia Urbana para que no haya ninguna duda de que ambas tarjetas son válidas.

Al presidente del Comité de Representantes de Personas con Discapacidad (Cocarmi), Antonio Guillén, no le constan denuncias por la confusión de los dos modelos, lo que no significa, matiza, que no las haya. Guillén  reclama más facilidades para que las personas con movilidad reducida no hagan desplazamientos evitables. La multa se puede recurrir vía telemática, pero la renovación de la tarjeta se ha de hacer de manera presencial, un obstáculo para un colectivo con problemas de movilidad.