LA BANDA SONORA DEL 'PROCÉS'
"Esto de los helicópteros es un petardeo, una cosa loca"
Taca taca taca taca taca taca... Y así todo el día. En los últimos dos meses, la ciudadanía de Barcelona ha aprendido a convivir con el revoloteo constante de uno o varios helicópteros sobre sus cabezas. Consecuencias de una era en la que la capital catalana se ha convertido en epicentro de la convulsión política.
Las numerosas manifestaciones y concentraciones que han sacado a decenas de miles de personas a la calle han llevado a la Policía Nacional, Guardia Civil y Mossos d'Esquadra a reforzar la vigilancia desde al aire. Esta decisión ha generado una reacción unánime, con independencia de lo que uno opine sobre el 'procés': el ruido de los helicópteros es un coñazo.
"Yo he llegado a ver dos volando a la vez", certifica Moisés Martínez, que trabaja en la planta alta de un edificio de la Ronda Universitat. "Ese runrún constante me toca las pelotas... Es un petardeo, una cosa loca", comenta este joven que dice estar harto del jaleo que asuela Barcelona desde hace dos meses. "Helicópteros, caceroladas, pitidos, gente chillando... ¿No se suponía que esto era una revolución de sonrisas?, se cuestiona.
Un 'hashtag' en Twitter
El hartazgo ciudadano se plasma también en las redes sociales. Al margen de que ya existía la cuenta @putohelicoptero, en estas últimas semanas se ha popularizado un hashtag' homónino (#putohelicoptero), a través del que expresar el rechazo al aleteo de estas menudas aeronaves. "¿Cuándo se le acabará la gasolina al #putohelicoptero? Con migraña y aguantando el 'taca taca'...", comentaba una usuaria el pasado día 27.
"Recuerdo la noche del 3 de octubre [día de la huelga general]. Eran las diez de la noche y había un helicóptero encima de mi edificio", cuenta Elena, vecina del Baix Guinardó y madre de una niña de 4 años. "Tuve que ponerle dibujos porque no podía dormir. Los niños preguntan, pero no entienden qué está pasando". Para esta joven la sola presencia del helicóptero es "un síntoma de que las cosas no están bien".
Lo cuenta, también con pena, Yolanda Jiménez, que vive en la calle de Joaquim Costa, a cien metros de la plaza de la Universitat, escenario de varias manifestaciones en los últimos meses. Desde el 20 de septiembre (día de las detenciones y registros por el 1-O) convive con un helicóptero encima. "A veces desde bien temprano".
"¿Y Siria o Damasco?"
"Es un runrún que no se te quita de la cabeza. Y te acostumbras a vivir en una especie de estado de sitio. Y piensas: ¿cómo deben estar en Siria o Damasco", reflexiona. Jiménez asegura que todo esto influye "anímicamente", porque le recuerda a la ciudadanía "lo que se está viviendo" en Catalunya. "Estamos hartos del helicóptero -concluye la joven-. Y también de las lecheras lecheras(furgonetas) de la Guardia Civil que han tomado Ronda Universitat".
Assumpta vive en pleno meollo reivindicativo: entre la plaza de Urquinaona y la de Catalunya. "Lo llevo fatal. Esos helicópteros vuelan súper bajo y es algo continuo", critica esta vecina que dice conocer a varias personas que abandonan Barcelona hasta la noche los días del 'taca taca'. "Los vidrios de casa tiemblan. Nos están vigilando y lo que pretenden es atemorizarnos. No dejaremos que lo hagan", asegura. Para ella el ruido de las aspas en movimiento es "horroroso".
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