LA MEJOR BARCELONA

La noche más terrible, la noche más conmovedora

Cientos de vecinos pasan la madrugada ofreciendo agua, galletas y bocadillos a los miles de vehículos atrapados en las salidas de la ciudad por los controles

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Helena López / Barcelona

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La escena resultaba conmovedora. Adolescentes cargados con 'packs' de botellas de agua y bolsas de plástico llenas con todo lo que habían podido comprar en el colmado más cercano o coger de casa paseando entre los miles de coches atrapados de noche mientras intentaban salir de la ciudad. Algunos vehículos abandonaban -o pretendían- Barcelona pese a las recomendaciones de las autoridades de no hacerlo porque no tenían más remedio. Salían del trabajo y les esperaban criaturas en casa. Otros, muchas matrículas francesas, lo hacían porque el cuerpo les pedía dejarla atrás. Olvidar, si es que eso era posible, aquella horrible tarde.

Muchos jóvenes decidieron espontáneamente dedicar aquella calurosa -y para muchos eterna- noche de agosto a intentar hacer más llevadera la desesperación de la multitud de coches atrapados en la Meridiana y las rondas. Algunos avanzaban tímidos entre los vehículos, sin atreverse a golpear en los cristales. Solo sonriendo y mostrando la botella.

"Tampoco podíamos dormir"

También había parejas de distintas edades ofreciendo galletas y bocadillos hechos por ellos. "Pero, ¿no has cenado? Come algo, de verdad. Los hemos hecho para vosotros. Es lo único que se nos ha ocurrido que podíamos hacer para ayudar, y tampoco podíamos dormir". Y no, muchos no habían cenado. Muchos llevaban allí desde las siete de la tarde -y las ocho, y las nueve...-, cuando salieron de trabajar, según comentaban en los corrillos que se hacían frente a los coches parados con las puertas abiertas. Entre cigarrillo y cigarrillo. 

Y la noche avanzaba, y también las noticias. Y los conductores, en la calzada para estirar las piernas y hacer más llevadera la madrugada, comentaban lo sucedido en Cambrils casi en directo.Cambrils casi en directo "Qué horror, pero qué horror", repetían. Y una insólita paciencia en un macroatasco causado por la Operación Jaula se generalizaba entre los afectados. "La policía está haciendo su trabajo". Pese a la desesperación de ver escurrirse la noche, en el ambiente se respiraba aquella extraña sensación de recuperar, pese a todo, la esperanza en una ciudad a la que acababan de helar la sangre.

Algunos de los vecinos solidarios eran de los bloques por los que avanzaba la cola de la Meridiana. Del Hipercor a las Trinitats. Otros se habían desplazado expresamente para ayudar, muchos taxistas, al oír que había niños y ancianos atrapados.

Esa no ha sido la única muestra de solidaridad. Los bancos de sangre de los hospitales barceloneses alargaron su horarios para atender a los donantes que acudieron en masa. Tanto que desde el banco de sangre han tenido que advertir a la población de que la sangre caduca, y de que si quieren donar, lo hagan de forma gradual las próximas semanas. La iglesia del Pi abrió también sus puertas para atender a las víctimas, así como la mayoría de locales de la zona cero.

La Barcelona real. La mejor Barcelona.

Sigue en directo toda la información de los atentados terroristas.