¿Quién duerme en la calle en Barcelona?

Un sintecho en el paseo de Sant Joan.

Un sintecho en el paseo de Sant Joan.

TERESA PÉREZ / BARCELONA

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¿Quién duerme en la calle en Barcelona? Un total de 941 personas. “Una auténtica barbaridad, y va al alza”, afirma Ferran Busquets, director de la fundación Arrels. Una mirada a la fotografía de este colectivo permite observar que mayoritariamente son extranjeros (el 66%), de 46 nacionalidades diferentes, hombres, de edades comprendidas entre los 25 y los 49 años y que llevan casi cuatro años sin un hogar estable, aunque algunos llevan hasta 40 años. Toda una vida.

Son personas indefensas frente a las agresiones, solo el 25% tiene algún ingreso y pese a tener una salud física y mental más deteriorada que la gente que duerme a cobijo, únicamente la mitad es titular de una tarjeta sanitaria. La situación, siendo dramática para todo este colectivo, lo es todavía más para el 19% de ellos que están en un estado tan crítico que necesitan ayuda urgente.

Estos conmovedores datos se incluyen en el informe 'La vulnerabilitat de les persones que viuen al carrer a Barcelona', presentado este jueves por la fundación Arrels, con toda la información de una encuesta realizada a 348 personas sin hogar, y cuyos primeros detalles se avanzaron en junio. A la calle se llega fundamentalmente por dos razones: por ruptura familiar o por una situación traumática o de abusos. Los principales distritos dormitorio son: Eixample, Ciutat Vella y Sants-Montjuïc.

MÁS JÓVENES

La cifra de los sintecho no para de crecer en Barcelona, de hecho ha aumentado un 37% desde el 2008 y “si no paramos la máquina que genera la pobreza, irá a más”, ha insistido Busquets. Sin embargo, este incremento no es proporcional a la preocupación ciudadana por el fenómeno, ya que uno de cada cuatro ciudadanos considera que dormir en la calle no representa un problema preocupante "ni lo ve como una situación injusta", explica el director de la fundación. 

Aunque el fenómeno no está cuantificado, la fundación tiene nuevos motivos de inquietud: el aumento de los jóvenes que se ven abocados a pernoctar en la calle noche tras noche.

Ser un sintecho significa tener una salud física y mental más precaria que el resto de los ciudadanos y sufrir más agresiones. Arrels ha comprobado que las personas atendidas en la fundación viven 20 años menos que los ciudadanos que tienen un techo donde cobijarse. 

ROBOS Y AGRESIONES

Vivir al raso multiplica los riesgos de agresiones y robos y te deja desamparado frente a ello, la mayoría de estos sucesos no se suelen denunciar por miedo. El 37% declara que ha sido víctima de agresiones físicas y verbales y el 17% ha pasado por comisaría.

Las situaciones de violencia las sufren más las mujeres, el 47% afirma haber tenido alguna experiencia. Por eso, “duermen con un ojo abierto y cuando por fin llegan a un piso lo primero que te dicen es que pueden dormir con los dos ojos cerrados”, explica Busquets. De hecho permanecen despiertos o en duermevela por la noche y duermen por el día cuando son menos vulnerables al haber más gente por la calle. 

Muchas de estas agresiones suponen un ejemplo de menosprecio como sucedió recientemente con el youtuber conocido como Reset, que se burló de un indigente dándole galletas con pasta de dientes. "A nosotros no nos lo habría hecho proque somos menos vulnerables", aclara Busquets.

TARJETA SANITARIA

Los sintecho inmigrantes son más frágiles que los de nacionalidad española. "No tienen derecho a nada porque carecen de documentos y también de una red familiar", apunta el director de Arrels. Algunos expertos achacan esta situación a "las grandes dificultades administrativas, la discriminación por ser extranjeros, la barrera del idioma y la carencia de una red familiar y social". El 27% de los inmigrantes que viven en la calle no han tenido acceso a algún recurso porque no están empadronados, únicamente el 39% dicen tener tarjeta sanitaria.

La salud, sin embargo, no es algo prioritario para la gente que duerme al raso. Hay otros menesteres más acuciantes como comer, dormir o ducharse. Los ciudadanos atrapados por la calle se ven obligados a recorrer la ciudad y a agotarse para poder cubrir estas necesidades básicas. La dispersión de los recursos, explica el informe de Arrels, provoca que "se deban invertir muchas horas al día para ir de un sitio a otro, muchas veces caminando porque no tienen cómo ir en transporte público".

La mitad de los sintecho consultados no ha tenido contacto con ningún trabajador social o educador durante los últimos seis meses. Los motivos podrían deberse el miedo o el desconocimiento sobre la existencia de estas ayudas. El estudio sobre vulnerabilidad en las personas que viven en las calles de Barcelona recuerda que el lugar donde reside una persona debería ofrecer recursos suficientes para garantizar a todos los ciudadanos derechos básicos y universales: el acceso a la salud, a unos ingresos suficientes y estables y a un hogar digno. "Si hay gente durmiendo en la calle es que la Administración lo está haciendo fatal", concluye Busquets.