EXCLUSIÓN SOCIAL

Sin techo a las puertas del invierno

Un hombre duerme frente a un cajero del paseo de Sant Joan, el pasado martes por la noche.

Un hombre duerme frente a un cajero del paseo de Sant Joan, el pasado martes por la noche.

HELENA LÓPEZ / VÍCTOR VARGAS LLAMAS / BARCELONA

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Esta noche, unas 900 personas dormirán al raso en Barcelona. El 90% de ellas son hombres y su esperanza de vida es de 58 años, más de 20 menos que la media en la ciudad. La radiografía la hace Ferran Busquets, director de la Fundació Arrels, una de las entidades de referencia en la lucha por garantizar los derechos de las personas que duermen en la calle. «Por intentar que nadie duerma en la calle», matiza maximalista. «Es posible, hay ciudades que prácticamente lo han logrado, como Ámsterdam», añade. «Novecientas son las personas que pasan la noche al raso. Personas sin hogar hay muchísimas más, casi 3.000», matiza Busquets. Esa cifra -2.933 personas, según las últimas cifras municipales, del 2013-, era de 2.113 en el 2008.

Descontadas las 900 personas que pernoctan en la calle, las restantes 2.100 personas duermen o en pequeños asentamientos -los grandes, la mayoría en Sant Martí, han sido prácticamente erradicados- o en los distintos alojamientos públicos privados que ofrece la ciudad.

«Las cifras de las que disponemos hoy por hoy son aproximadas, ya que el Ayuntamiento de Barcelona decidió hace un tiempo dejar de hacer recuentos -prosigue el director de Arrels, quien subraya la importancia de estos recuentos para tener información real de la dimensión del problema-; el número de personas que duerme en la calle es un indicador social muy importante. Hay que tener en cuenta que por cada persona que duerme en la calle hay otras tantas en riesgo de acabar así». Fuentes municipales defienden que sus cálculos son fiables sin necesidad de hacer un recuento, ya que tienen a trabajadores sociales peinando las calles a diario, y rebajan las 900 personas de las que habla Arrels -que eran las oficiales en el 2013- a 712, según cifras de marzo del 2014.

Sean 712 o 900, las entidades sociales que tratan con el colectivo tienen claro que los albergues son muy necesarios para parar el golpe, sobre todo en invierno. El ayuntamiento anunciaba el lunes que abría por segundo año el centro de acogida nocturno de emergencias, con 75 plazas, para la operación frío, que hay que se sumar a las 1.012 permanentes, más las 108 camas extra que se añaden cuando la temperatura baja de cero grados. Pero coinciden en que, para resolver el problema de raíz, lo que hacen falta son viviendas. El ya clásico «no s'entén, gent sense casa i cases sense gent» popularizado por la PAH.

'HOUSING FIRST'

En esa dirección, con matices, va la nueva política municipal respecto a este problema, según anunció el pasado agosto la concejala de Asuntos Sociales, Maite Fandos. Se trata de una iniciativa conocida como housing first, que, de forma resumida, consiste en que las personas sin hogar pasen directamente de estar en la calle a estar en una vivienda «individual, permanente, digna y adecuada a sus necesidades». La mayoría de personas que duermen en la calle aseguran haber pasado por algún albergue pero que ello no les ha supuesto una «solución a largo plazo». Son alojamientos temporales -un máximo de tres meses- y las normas horarios que imponen no encajan muchas veces con su manera de entender el mundo.

La implantación del housing first está en periodo de pruebas. Este otoño ha empezado con 10 pisos y el objetivo es sacar a concurso otros 50 a principios del año que viene. El sistema se basa en la idea de que la estabilidad en el entorno es básica. Por ello, invierte la metodología actual, donde los pisos de inserción se encuentran al final del proceso, para situar la vivienda como punto de partida. Las personas seleccionadas -que en principio deberían ser las que tienen menos opciones de salir de la calle- deberán aceptar que el 30% de sus ingresos, de tenerlos, son para el alquiler, para iniciar una verdadera autonomía y recibir una tutela profesional a domicilio.