TENDENCIA URBANA EN LA CAPITAL CATALANA

Siente a un turista en su mesa a cenar

PATRICIA CASTÁN / Barcelona

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Suena duro en un primer momento. Meter a un desconocido en la intimidad del propio hogar, cocinar para él, servirle una cena, atenderle y conversar seguramente hasta altas horas. Una idea que puede parecer descabellada para la prudente y más bien reservada mentalidad del barcelonés medio. Pero los tópicos están para romperlos, y sentar a la mesa a un extraño se ha convertido en tendencia al alza en la capital catalana, impulsada desde portales de internet especializados. La iniciativa nació para conquistar al turista con ganas de integrarse a fondo en una ciudad, aunque en la práctica está atrayendo a partes iguales tanto a viajeros como a residentes en Barcelona con ganas de socializar al calor de un buen ágape.

Recorrer una ciudad, empaparse de monumentos y atracciones, dormir y comer rodeados de otros viajeros y acabar las vacaciones sin apenas haber interactuado con nadie de ese destino descorazonaba a Guy Michlin, el instigador de Eatwith.com, portal propulsor de los encuentros gastronómicos caseros en Barcelona. El empresario israelí conoció en unas vacaciones en Grecia a una familia que le invitó a su mesa y le instruyó sobre el país. La experiencia le resultó tan estimulante, alejada del habitual escaparate turístico,  que decidió impulsar un proyecto para sentar a anfitriones locales y visitantes ante un menú doméstico.

Tras lanzarlo en Tel Aviv, el emprendedor tuvo claro que Barcelona sería la plataforma ideal de expansión mundial de la empresa. Porque «está de moda, por su gastronomía, porque es abierta al mundo, por su buen clima y su atractivo urbano», explica Joel Serra-Bevin, su director  en España. Hace un año que el portal comenzó a funcionar en Barcelona y ya suma más de un millar de cenas en todos los distritos y más de 5.000 participantes de todo el mundo. El éxito, hasta ahora por el boca a oreja, les ha llevado a abrir sedes en Nueva York y San Francisco, mientras la fórmula funciona ya en 35 ciudades del mundo, articulada con embajadores de la marca (que evalúan la calidad) y sigue creciendo. En la capital catalana operan al menos otros dos portales (foráneos), Mealsharing y Cookening, con similar filosofía, aunque menor implantación local, así como convocatorias particulares por vía de Facebook y otras webs más generalistas.

Método sencillo pero laborioso

El asunto es sencillo -un intercambio gastronómico entre residentes y turistas- pero técnicamente laborioso. Joel abrió campo inicialmente con los residentes extranjeros en Barcelona, más receptivos a exponer sus mesas al mundo. Y dejó que la experiencia corriera por las redes sociales y se contagiara sin parar. Hoy, son muchos los barceloneses que convocan encuentros gastronómicos en su comedor y con regularidad. Para ello, han de pasar filtros. La empresa supervisa inicialmente su cocina, así como las características del domicilio (accesibilidad, higiene, lavabos en buenas condiciones, etc...). Tras una avalancha de un millar de candidatos a anfitriones, han ido seleccionando algo menos de dos centenares para garantizar «la calidad del servicio».

Dos prototipos compiten en éxito: el enfocado claramente al turista, bajo títulos como «tapas catalanas», «noche de paella», «cocina mediterránea» y similares; y también el que ofrece gastronomía temática (de Japón a México) para atraer a adictos a dichos sabores. El resultado es que son muchos los barceloneses encandilados con el invento. Los precios van de 17 a 50 euros (la media es de 23), más un 15% de comisión del portal, con todo incluido. La inscripción se hace por la web, tras rellenar un perfil de gustos culinarios y aficiones, para que el resto de invitados tenga una idea de la alineación de esa noche. Se paga vía Paypal, se puede obtener factura y hay seguro para ambaspartes.

Punto de encuentro

«Un restaurante es un circuito cerrado, pero en una casa además de comer socializas, conoces gente nueva y se crea una dinámica muy especial», cuenta Manu Valentín, anfitrión e historiador de profesión. En ocasiones se convocan escenarios alternativos, como hace un par de semanas en la suite 360º del Hotel Le Méridien de la Rambla, planteado como el hogar de un viajero y donde se dio la oportunidad de que el chef del establecimiento, Eugeni Cortés, cocinara tapas locales junto con una anfitriona habitual, Judit Pellicer, seleccionada por concurso en Eatwith, y que durante un tiempo sin empleo se dedicó con intensidad a esta pasión.

En algunos casos, cuenta Serra, el anfitrión llega a convertir el asunto en su fuente de ingresos principal, aparca su empleo y se da de alta en la seguridad social para volcarse en la tarea; en otros, son chefs que buscan una alternativa a un restaurante más personalizada; y las más de las veces, ciudadanos que dan rienda a su hobby culinario y su afán de conocer gente de otras culturas, mostrando la Barcelona más real.