CONFLICTO POR UNA FINCA OCUPADA

Segunda noche de disturbios en Sants tras el desalojo de Can Vies

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL / Barcelona

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Nueva noche de fuego y carreras en Sants. El barrio vivió ayer la segunda jornada de disturbios tras el desalojo y el inicio de la demolición el lunes pasado del símbolo okupa Can Vies y el conflicto se extendió a otras zonas de la ciudad, como Gràcia, Paral.lelSant AndreuClotPoblenou y Nou Barris.

Unas 500 personas participaron a última hora de la tarde en la protesta contra la decisión del ayuntamiento de evacuar y derruir la finca ocupada desde 1997. La manifestación transcurrió pacíficamente hasta que llegó a Can Vies, donde algunos de los participantes tumbaron las vallas que protegían los trabajos de derribo y arrojaron piedras a la excavadora utilizada para demoler la finca. Los manifestantes, en el conflicto posiblemente más grave de los últimos años, se la tenían jurada a la máquina y los antidisturbios de los Mossos hicieron la primera de numerosas cargas.

Los incidentes se extendieron a las calles aledañas y los agentes, que volvieron a disparar proyectiles viscoelásticos y salvas y llegaron a desplegar hasta 15 furgonetas, se emplearon con contundencia. Tanta que decenas de personas salieron a los balcones en la calle de Sants y en vías cercanas para protestar con una cacerolada espontánea contra la actuación policial. Después de esta muestra de solidaridad, los altercados se recrudecieron y fue incendiada la excavadora de marras, así como varios contenedores. Jóvenes con el rostro tapado también causaron daños en una oficina bancaria. De madrugada, los incidentes continuaban y se habían producido seis detenciones.

El conflicto se extiende

A última hora de la noche del martes, el conflicto de Sants llegaba a otros barrios como el Paral.lelSant AndreuClotPoblenou, Nou Barris y, principalmente, Gràcia, donde se levantaron barricadas, se quemaron contenedores y el barrio quedó cortado. Un helicóptero de los Mossos sobrevolaba Barcelona para tratar de localizar las zonas en las que se estaban produciendo incidentes violentos.

Ya ayer por la mañana, al día siguiente del desalojo de los números 40 y 42 de la calle de los Jocs Florals, los ánimos seguían encendidos. Los Mossos habían cedido la escena a la Guardia Urbana, que también vestía galas antidisturbios ante la presencia de medio centenar de simpatizantes y usuarios de Can Vies. El barrio amanecía dividido: los menores de 40 años destilaban comprensión hacia un colectivo que ha intentado convertir un antiguo almacén del metro en un lugar de encuentro en el que tanto se enseñaba el lenguaje de signos como se practicaba el ball de bastons. "Han destruido un referente social y cultural del barrio. Todas las iniciativas que han nacido en Sants en los últimos años han pasado por Can Vies", decía un chico.

En un portal de la calle de la Ferreria, Alicia, Maria y Mercedes, que vivieron la guerra civil, coincidían en que lo que más les apena "es ver a estos jóvenes sin trabajo y sin nada que hacer". Señalaban la manifestación por las calles del barrio, unas 60 personas que cortaron la calle de Sants, pararon ante la sede del distrito y prosiguieron por distintas callejuelas hasta volver a Can Vies.  Julia, que tendrá 50 años como mucho, admitía que "el miedo a la policía" la llevó a quedarse el lunes en casa. "El barrio estaba lleno de mossos, mi idea era ir a la manifestación de la tarde, pero al final no me atreví".

Negociación rota

Un portavoz del centro social aseguraba ayer que las movilizaciones seguirán. No las negociaciones con el Ayuntamiento, rotas desde que los Mossos entraron en el antiguo almacén del metro, construido en 1879. El concejal de Sants-Montjuïc, Jordi Martí, intentaba ser algo más conciliador al asegurar en una entrevista en BTV que su voluntad es "encontrar una solución a las actividades" que se venían desarrollando en el edificio. "Can Vies es un colectivo antisistema que no reconoce la autoridad del ayuntamiento, no reconoce la autoridad de un concejal ni de ninguna Administración pública y eso hace muy difícil tener una comunicación con ellos con normalidad", se quejaba el edil.