La rumba de Barcelona

Colau defiende que la capital catalana debe ser mestiza en la fiesta inaugural del Museu Etnològic, que vuelve a abrir sus puertas tras cuatro años de reforma

Ada Colau en el Museu Etnològic

Ada Colau en el Museu Etnològic / ELISENDA PONS

CRISTINA SAVALL / BARCELONA

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El Museu Etnològic inició este domingo una nueva etapa tras cuatro años de cierre por reformas en su sede de Montjuïc. En este tiempo, la institución municipal ha soportado varias tormentas políticas debido a la intención del antiguo gobierno convergente de borrar el carácter universal de su concepto museístico para centrarse exclusivamente en la etnología catalana. Al final, el Etnològic no es el museo de la barretina gracias a las protestas de entidades sociales, de antropólogos desde el sector universitario y de la oposición política.

Solo la exposición temporal titulada El sagrat, el profà i la festa exhibe una vitrina con muñecos de papel maché que ondean estelades, sin que aparezca ninguna bandera que no sea la independentista. El autor de esta pieza, el artista Sergi Salvó, declaró en la fiesta inaugural que lo que se ve en el museo es solo una pequeña muestra de una obra a la que ha dedicado cinco años. “Durante este tiempo he seguido cercaviles de gegants para retratar la sociedad catalana a través de la cultura popular. Captaba fotos y después creaba los personajes tal cual eran, sin alterar nada. Todo está documentado. Y tras este trabajo puedo decir que las fiestas tradicionales catalanas están muy ligadas al movimiento independentista”.

Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, participó en la jornada inaugural. Primero visitó la exposición permanente acompañada de Josep Fornés, director del Etnològic, y de Berta Sureda, comisionada de Cultura del ayuntamiento, y después asistió al concierto que se celebró en los jardines de Laribal. Allí pronunció un discurso y hasta bailó al ritmo de Me lo dijo Ad(el)a, la canción que le dedicó La Salseta del Poble Sec, pero no subió a la cuarta planta donde se encuentra la vitrina.

En su parlamento, Colau reconoció que Barcelona tiene una deuda con el Etnològic. “Nuestra ciudad se merece un espacio que le permita explicarse a sí misma y al mundo, un espacio alejado de las miradas coloniales y de los tópicos folklorizantes. Un museo que no sea solo para contemplar y que mantenga una mirada plural y no dicotómica de la sociedad”, declaró la alcaldesa.

Su objetivo es que este equipamiento institucional sea un lugar de referencia para la cultura popular y tradicional, para todas las entidades que trabajan y contribuyen a construir una ciudad más viva y participativa. “El Etnològic no son solo sus colecciones. Es mucho más. Es un enclave de diálogo y de aprendizaje de las diferentes aportaciones culturales que nutren a nuestra ciudad, a nuestro país y al mundo entero. Porque Barcelona, como Catalunya, será mestiza o no será”. 

Para Colau, Barcelona no sería lo que es sin la población romaní, que llegó a la ciudad hace más de cinco siglos, y sin las huellas de las personas procedentes de tantos lugares, tan cercanos como el Pallars Sobirà o tan lejanos como los altiplanos. “Sin ellos la ciudad sería hoy más triste, más pobre y más aburrida”, precisó. Por ello, la voluntad de su gobierno municipal es entender la cultura desde una mirada compleja. “La cultura es un espacio de encuentro y de fusión y, por qué no, también de conflicto, una ciudad con muchas voces y muchos acentos, como dice La rumba de Barcelona que cantaba Gato Pérez”.