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La Ronda de Dalt se tapa en verano

Víctor Vargas Llamas / Barcelona

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Las once de la mañana, pleno agosto. Por el momento elegido, cabría esperar una plácida travesía desde el Baix Llobregat hasta las inmediaciones del Besòs, recorriendo en libertad la senda de la Ronda de Dalt. Pero todos los planes se truncan apenas una salida antes de llegar a la altura del mercado del Vall d’Hebron. Los conductores despistados, aquellos que no observan los plafones informativos de la vía, tardan unos cuantos minutos en percibir el origen del atasco. Lo comprobarán sin falta al ver inoperativo el tercer carril en ambos sentidos de la marcha, mientras la maquinaria pesada se distribuye por el espacio ampliado de la mediana.

Julio y agosto son los meses elegidos para iniciar el titánico proyecto de cobertura de la Ronda de Dalt, cuya fase iniciática se centra en los 180 metros que van desde el puente de la avenida de Jordà hasta el emblemático mercado del Vall d’Hebron. Una incomodidad que afecta el desarrollo del tráfico rodado y que también impacta en la rutina del vecindario, en el que hay división de opiniones, pero aval mayoritario a una reforma urbanística de ese espacio que devuelva protagonismo a la ciudadanía.

El problema del dinero

“Muy a  favor” se muestra Pepe, “el kiosquero”, como pide ser identificado este vendedor de la ONCE con un puesto próximo al Hospital Vall d’Hebron. “Esto va a mejorar la calidad de vida del barrio, pero espero que no todo repercuta sobre los bolsillos de los barceloneses, que ya vamos bastante saturados; a ver si esta vez Fomento se retrata un poco más de los que nos tiene acostumbrados”, explica este kioskero de origen napolitano.

Kira Flores también abunda en el aspecto económico, reclamando “que se gasten el dinero en mejoras que repercutan en los vecinos y en la sociedad". Flores es partidaria de la propuesta de Ada Colau, que reduce la inversión de tiempo y capital que proponía Xavier Trias, su antecesor en el cargo, cuyo plan era mucho más aproximado a las históricas pretensiones vecinales que el de la actual alcaldesa. “Mejor ahorrarse ese capital y destinarlo a mejorar el entorno y, sobre todo, a mejorar servicios fundamentales, como los sanitarios y los educativos”, expone esta vecina de Montbau.

Una barrera entre barrios

Jose María lamenta las dificultades que se encuentran los peatones para atravesar la Ronda de Dalt, “obligándote a ir por la avenida del Jordà o la calle de Arenys”. Pero da por bueno el trasiego de los trabajos, como también lo hace Carmen, una veterana vecina que valora que las molestias “permitirán lucir mejor el barrio, y disfrutar de un entorno con menos humos y no tan ruidoso”. “Ojalá llegue el momento en el que pueda abrir mis ventanas, disfrutar de nuestro clima y de unas vistas muy diferentes a los atascos que veo cada día desde mi casa”, expone.

Mientras llega ese momento, las preocupaciones respecto al tráfico tienen que ver con la reducción del carril y con “restricciones puntuales en el lateral de la ronda”, describe Ernest, vecino de Gràcia que se desplaza a diario hasta la zona, donde trabaja como farmacéutico.  Menos comprensivo se muestra Oriol, que frunce el ceño tras aparcar su coche en las inmediaciones. “¿Ni en agosto nos vamos a librar de los puñeteros atascos? Seguro que su fueran en el barrio de los que mandan, las obras serían por la noche, sin molestar, y bien rapiditas”, clama.