El reto de encontrar un hogar sin nómina fija

Oriol Martínez vivió un calvario para conseguir un alquiler por su condición de autónomo

Oriol Martinez  Foto en su nuevo piso

Oriol Martinez Foto en su nuevo piso / periodico

PATRICIA CASTÁN / BARCELONA

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Oriol Martínez Callau, de 37 años, decidió dejar su vida de los últimos años en un municipio alejado de Barcelona y dar el salto a la capital en pleno cambio vital. Pero cuando puso 800 euros en los buscadores de internet "casi no había nada". O lo que hallaba le llenaba de desánimo. Porque pisos en alquiler parece haber muchos, pero cuando uno afina la búsqueda o aspira a una reforma de una mínima calidad, la cosa se complica.

La primera vez que llegó a Barcelona con media docena de visitas planificadas, solo pudo hacer una. Alucinó. "Todo lo que está bien se alquila en pocas horas", explica. Así que se obsesionó con ser el primero en cada piso que surgía. Cuando le llegaba una alerta de algún portal inmobiliario y oía el pitido del móvil llegaba a parar la moto en una esquina para llamar a toda velocidad. "Pedía siempre la primera visita". Y ni aun así es fácil incluso cuando das en la diana, porque entonces llegaba la segunda parte: aspirar a un buen piso sin tener nómina.

El sinsentido de la ley de mercado hace que una cuenta bancaria holgada no convenza a ningún propietario en el caso de los autónomos. Todos exigen nómina e ingresos regulares, como si eso fuera una garantía de pago. Oriol había vendido su anterior casa y se presentaba a las visitas con fotocopia actualizada de su cuenta bancaria. Actualmente es un pequeño empresario de puestos de comida ambulante en ferias, que compagina con otra actividad como actor. Pero ni así lograba generar esa confianza necesaria para alzarse con un contrato.

"La búsqueda fue un calvario", rememora. "Si algo vale la pena, vuela. El anuncio salía a las once y a la una ya no estaba". Llegó a ver casi 30, de los que solo tres le gustaron. Hasta que al final dejó de lado su prioridad de instalarse en Poble Sec o la Vila de Gràcia, y lanzó voces. Facebook fue su aliado y "una amiga de una amiga" le brindó un posible alquiler a un paso de Diagonal Mar. No conocía la zona y fue llegar y besar el santo. "Me encantó el cielo tan abierto, la luz y el ambiente de la zona, a un paso de Poblenou", agrega. La confianza de tener una amistad de por medio hizo el resto, y la propietaria le dejó por 700 euros ese dúplex de unos 75 metros cuadrados y con una habitación enorme, donde por fin tiene un hogar barcelonés.