Intervención urbanística pendiente

Restaurantes como reclamo

El concurrido corredor no es lugar de paso, pero su concentrada oferta culinaria atrae a miles de paseantes

Barra del Petit Comitè, de Nandu Jubany, recién abierto en el pasaje.

Barra del Petit Comitè, de Nandu Jubany, recién abierto en el pasaje.

P. C.
BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Nadie circula casualmente por el animado pasaje de la Concepció. Como corresponde a una travesía privada, sus vecinos serían casi los únicos que lo pisaran, sino fuera por su exitosa alineación gastronómica.  Pero aquí la gente llega «expresamente», dicen los entrevistados. También a la residencia universitaria, la sede de Turismo, una importante agencia de comunicación, una academia y algunas otras oficinas destacadas.

El gran generador de trasiego es, no obstante, el apetito. En horario diurno, para comer, y nocturno para cenar o tomar una copa. Rosa Maria Esteva, del Tragaluz, fue la primera en dejarse seducir por el corredor, hace más de 24 años, cuando apenas había competencia. Luego fue agregando dos negocios más, Mordisco (puesto al día en el 2010) y El Japonés (ahora en los bajos del Tragaluz), y siempre insistió en la necesidad de invertir y dignificar la ruta. Hace poco renovó por completo su primer buque insignia con la confianza de la que la calle vive su mayor proyección.

Otros compañeros de eje han ido inyectando paseantes de extremo a extremo. Empezando por el Passatge del Murmuri, del Hotel Murmuri, en la confluencia con la Rambla Catalunya, y sumando hace un par de años el exitoso Boca Grande, habitualmente lleno para comer y cenar, pero que sigue atrayendo clientela de madrugada, cuando la animación se traslada al anexo Boca Chica y sus tragos. El espacio está protagonizado por la cocina marinera y la fuerza de su interiorismo, obra de Lázaro Rosa-Violán.

El tirón se ha incrementado en el último mes con la reapertura de Petit Comité, con el chef Nandu Jubany a la batuta, proclamando canelones de fiesta mayor, fricandós, arroces de sepia, espaldita de cabrito y otros platos de cocina catalana «reinterpretada» como reclamo para barceloneses y viajeros. El espacio se ha rehabilitado por completo, con barra de vermuts incluida, queriendo ser «una atracción para el paseante». Falta que la calle también dé la talla.