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El restaurante Madrid-Barcelona muere y renace

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Toni Sust

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El cartel de una inmobiliaria en la calle de Aragó, tocando a paseo de Gràcia, ha despertado estos días cierto resquemor: el restaurante Madrid-Barcelona, inaugurado en 1929, está cerrado. El establecimiento abrió sus puertas coincidiendo con la exposición universal que hace 88 años tuvo lugar en la ciudad, aunque su verdadera razón de ser, de estar allí, era otra: delante, en el centro de lo que hoy es asfalto para coches en Aragó, se encontraba el apeadero del tren. Ahí estuvo del 1902 a 1960. Era el punto de llegada de los viajeros que llegaban de Madrid, y el de salida de los barceloneses que iban a la capital de España. Y muchos de ellos se convirtieron en usuarios de la fonda que les aguardaba a unos metros. Cuando se soterró la vía, el restaurante permaneció allí.

A finales del siglo pasado, el local pasó a depender durante un breve espacio de tiempo de Ramon Parellada: cuando agregó a su restaurante Senyor Parellada el Hotel Banys Orientals, que se encuentra encima –antes era la pensión La Paz, en la que, recuerda Parellada, se vendían billetes para los vapores que iban a América-, se encontraron en el edificio daños estructurales que obligaron a una reforma concienzuda.

Ramon Parellada, que regentó el local un par de años, recuerda que la zona estaba muerta por la noche

RELEVO

Ante esa situación. Parellada se hizo con varios establecimientos para que el personal siguiera trabajando. En ellos situó a encargados a los que no solo entregó un salario: dice que por norma, en situaciones como esta, es partidario de que el encargado tenga un 20% del negocio: “Un estímulo”. Fue el caso del Madrid-Barcelona, cuyo antiguo propietario se retiró. Sus hijas siguieron otras rutas profesionales.

Aquello funcionaba bien, dice Parellada. Pasado el año 2000, la actividad a mediodía era muy considerable: “Por la noche estaba muerto. No es como ahora. Ahora aquello no es la calle de Aragó, ya es paseo de Gràcia”, resume, aludiendo a la gran afluencia de visitantes en general y turistas en particular que conoce ahora la zona. Entonces, él pagaba 1.800 euros de alquiler mensual.

UNA FONDA Y UN HOTEL: DIFERENCIAS

Acabada la reforma de lo que sería el Banys Orientals, Parellada optó por volver a sus cuarteles de invierno, un modelo que asocia a la Fonda Europa, quizá la joya de su corona: “No quería tener tantos restaurantes”. Por cierto, para explicar su modelo hace una diferenciación clara de lo que considera un hotel y de lo que cree que es una fonda: “Nosotros somos fondistas, Una fonda es un lugar al que vas a comer y donde además puedes dormir. Un hotel es un lugar al que vas a dormir y donde además comes”.

El caso es que Parellada propuso al encargado del Madrid-Barcelona, Juan Reina, que se quedara con su 80%. Y hasta ahora, cuando ha empezado a recibir llamadas que le alertaban de que el local estaba cerrado y con cartel de inmobiliaria en la puerta.

A la vista de cómo están los tiempos en la ciudad, parecía posible que el restaurante hubiera muerto de alquiler, en concreto de renovación del alquiler, como ha pasado en tantos casos de forma reciente: establecimiento histórico cierra sus puertas por no poder afrontar la subida del precio.

LOS VISITANTES

No parece que eso sea así. Contactado por este diario, Reina explica que prefiere no hablar del tema más allá de precisar que ha traspasado el restaurante. La inmobiliaria del anuncio informa de que ya está alquilado, y de que la nueva propiedad mantendrá el nombre histórico. Así que el Madrid-Barcelona muere para renacer en breve.

No habrá ya jamás estación en el medio de la calle de Aragó (como no sea una ramificación del tranvía de la Diagonal, que todo es posible), pero la fonda seguirá allí, esperando viajeros, cuya presencia es masiva en el cruce de la calle de Aragó con el paseo de Gràcia, aunque ahora ya no vienen de Madrid y están mucho más bronceados.