BICENTENARIO

Rescatada de un desván una película inédita de las fiestas de Gràcia en 1935

CRISTINA SAVALL / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Mujeres elegantemente vestidas de blanco bailando al estilo Ginger Rogers acompañadas de sus Fred Astaire, con traje negro. Es agosto de 1935. La escena no transcurre en un salón de una casa modernista sino en un descampado del barrio de Gràcia, que celebra su fiesta mayor sin aglomeraciones ni altavoces, y sin sospechar que un año después el estallido de la guerra traería tiempos de penuria en los que no habría ni música ni danzas.

'L’última festa en llibertat'. Con este título se proyectará el sábado, en el Centre Artesà Tradicionàrius, la película documental que Francisco Rojo filmó a pie de calle y desde balcones de la fiesta mayor de Gràcia en ese agosto de 1935, con su cámara de 9,5 milímetros, un formato de cine ideado por los hermanos Pathé en 1922, para que el aficionado captase sus propias imágenes. Después del pase, uno de los momentos más esperados de los actos del bicentenario de las fiestas, se inaugurará la exposición 'Guarnir el món de festa' en El Enventat, espacio museístico instalado en los Jardinets de Salvador Espriu.

Su hija Teresa Rojo, a los 92 años y a punto de cumplir 93, conserva la cinta, la cámara y el proyector original, que durante todos estos años han permanecido escondidos en el altillo de la casa familiar en el pasaje de Alió, muy cercano al paseo de Sant Joan, que en aquellos años se llamaba pasaje Román. "La película de Gràcia dura unos 20 minutos y está digitalizada, pero hay más. Mi padre era ingeniero eléctrico, era un hombre muy moderno, le encantaban todos los inventos. Filmaba cuando viajaba por los Pirineos y también todo lo que le resultaba curioso, como los animales del zoo y las atracciones del Tibidabo, cintas que solo guardamos en el formato original", cuenta Rojo, que actuamente vive en un pequeño apartamento dentro de una residencia de ancianos. "Soy invidente. Casi no veo, pero me acuerdo de esas películas", indica.

La escena que no olvida es en la que su abuelo y dos de sus hermanos, entonces niños, pasean por las calles engalanadas. "Mi padre escribía con tiza sobre una pizarra el nombre de las calles o las curiosidades que le llamaban la atención, como un mortero en el que sobreimpone 'el rei de l'all i oli'. Después filmaba el cartel y lo interponía entre las imágenes en movimiento, como niños disfrutando con sus tazas de chocolate con churros en plena calle", recuerda.

EL GENERAL ROJO

La guerra fue especialmente dura para su familia, que tuvo que exiliarse a México. Su padre, nacido en Valencia, era el hermano de Vicente Rojo (Fuente la Higuera, Valencia, 1894-Madrid, 1966), conocido como el general Rojo, militar republicano que defendió Madrid del fascismo durante la contienda. Y su madre, Teresa Almazán, era una guapísima vecina de la calle Torrent de l'Olla, en el centro de Gràcia. "El primero en marchar tras la guerra fue mi padre. Ocho años estuve sin verlo. Fue un exilio durísimo. Nadie nos pensábamos que la dictadura duraría 40 años. Mi única hermana se quedó el piso familiar de Barcelona. Allí ahora vive mi sobrino, quien custodia las cintas".

Pep Fornés, el director del Museu Etnològic de Barcelona y del de les Cultures del Món, tuvo la oportunidad de ver la cinta de las fiestas de Gràcias por su amistad con Rosa Obiols, casada con el sobrino de Teresa Rojo. "Han conservado esta película como un tesoro. Con motivo de la celebración del bicentenario de las fiestas, les propuse organizar un pase público. Les entuasiamó la idea", argumenta Fornés, quien agrega que la Filmoteca de Catalunya conserva dos peliculitas de las fiestas en los años 30, pero que la de Rojo tiene más valía. "Es un retrato fiel y freco, un retrato de alguien que mira con cariño el barrio, No hay una mirada intencionada", describe el antropólogo, que destaca que en esta película hay escritos en cuatro idiomas: catalán, castellano, francés e inglés.