Renoir, pero con el estómago lleno

La exposición del impresionista registra colas a todas horas menos al mediodía

Cua per entrar a l'exposició 'Renoir entre dones' el diumenge al matí a l'exposició Mapfre

Cua per entrar a l'exposició 'Renoir entre dones' el diumenge al matí a l'exposició Mapfre / periodico

NATÀLIA FARRÉ / BARCELONA

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Dedique una exposición a un impresionista y tendrá colas. Es una regla no escrita que raramente falla. O mejor, nunca. Es un éxito asegurado. Los impresionistas gustan, todos. Aunque en esto del arte 'au plain air', como en todo, hay preferencias. Y Renoir es uno de los favoritos del público, con permiso de Monet. Es un artista, sí, pero también es un imán. Y ahí está. Él con sus mujeres modernas, voluptuosas, desnudas o maternales, llenando la señorial Casa Garriga i Nogués de la Fundación Mapfre. Mientras sus seguidores, fuera, ocupan el estrecho tramo de acera que queda entre las fachadas de la calle de Diputació y las terrazas de los bares. Mal asunto. Poco espacio para tanta cola y tanto transeúnte. Aunque nada grave. En fila india y a dejar pasar a la gente, aunque lo suyo sería decir a los turistas con maletas.

Así fue el sábado, y así fue el domingo. Las dos primeras jornadas de estreno de la exposición 'Renoir entre mujeres'. Un palo para unos. Una rareza para otros. En Barcelona colas artísticas hay pocas. Las últimas que se registraron fueron también en la Mapfre, hace un año, actuaban los grandes: Van Gogh, Cézanne, Picasso, Matisse, y un sinfín de impresionistas. Y si no ya hay que remontarse al 2012, cuando CaixaForum llenó de 'goyas' la antigua Casaramona. Las entradas, las de ahora, se venden por internet con reserva de día y hora. Pero no todos los que ayer hacían cola lo sabían. Aunque también los había contrarios a la red: "No tengo internet ni tengo porqué tenerla". Un bufido en toda regla a Anna, la amable encargada de informar que con entrada en mano, no había espera que hacer. Y que sin ella, nadie se libraba de estar una hora de pie.

LA MILI, EN EL PRADO

A las doce del mediodía, los más decidían quedarse. "Para ver los 70 cuadros necesitamos una hora, así que hay tiempo", razonaban Yolanda y Toni. ¿Os gusta Renoir? "Nos gusta el impresionismo en general y Renoir en particular". Misma respuesta, diferentes encuestados. He ahí la confirmación de la regla no escrita. Pero toda norma tiene sus excepciones. Y ahí estaban Lluïsa y Mercè para confirmarlo. ¿El cuadro que más les gustó? 'Une soirée' de Jean Béraud, uno de los pocos expuestos sin la firma de Renoir. Había más, como dos fantásticos 'picassos' a los que nadie prestaba atención hasta que llegó Francesc, un enamorado del malagueño y de la pintura en general. De su pasión por el arte tuvo la culpa el ejército. ¿Cómo? "Me mandaron a Madrid a hacer el servicio militar en la marina, justo al lado del Prado. Con el uniforme entraba gratis, y allí me pasé la mili". 'Pas mal'.

De vuelta a la cola. Montserrat y su hija Laia tampoco tenían entrada. La idea era que la pequeña pudiera ver el 'Bal du Moulin de la Galette'. "Es una obra maestra y hace un siglo que no viene", argumentaba la madre. Pero sí la cosa se ponía difícil, había plan B: "Ir a ver la escultura de Plensa, no sea que al final se la acaben llevando". Una ignora si Laia logró ver la obra maestra de Renoir, pero desea que de hacerlo, lo hiciera al mediodía. ¿Por qué? Cosas del comer. Entre llenar el estómago o el espíritu, los amantes  de Renoir escogen lo primero. Vean si no: de dos a cuatro de la tarde la cola se esfumó y las salas se vaciaron. De manera que en la sala del famoso cuadro, una hasta podía ponerse a bailar emulando a los parisinos del lienzo. Pasó el sábado y pasó el domingo. Como también pasó ambos días que luego volvieron las colas y a última hora a la gente había que echarla.