La reivindicada 'Capilla gitana'

El día que el capellán de la cárcel le ordenó que dedicara en una de las paredes un fresco a la Virgen de la Mercè, patrona de los presos y de la ciudad, el libertario Helios Gómez no daba crédito. Entre muros le tenían prohibido pintar -uno de los motivos de sus más de 75 detenciones fueron sus dibujos-, así que se negaba a complacer, «encima», los deseos del cura. Pero el encargo era decorar la capilla frente al corredor de la muerte, en la celda número uno del primer piso de la cuarta galería; corredor que el artista veía tan cerca, en el peor de los sentidos, que terminó por ceder. La pintó, aunque a su manera.  Tanto fue así que la Capilla gitana -como se la conoce por los rasgos tanto de la Virgen como del niño y los ángeles cantores que les acompañan- se acabó convirtiendo en un manifiesto antifranquista que lleva años en una habitación cerrada con llave, bajo una capa de cal que, aunque injusta con la fuerza de la obra, la protege de la intemperie.

La historia la recuerda a todo aquel que quiera escucharle Gabriel Gómez, hijo del artista y presidente de la asociación cultural que lleva el nombre de su padre, desde la que lleva lustros luchando por arrancar un compromiso para la restauración de la Capilla gitana, pintada en los años 50 y tapada a finales de los 90, cuando la actual presidenta del Parlament, Núria de Gispert, pilotaba la Conselleria de Justícia.

Es por ese motivo por el que Gómez hijo forma parte de la comisión de seguimiento de la transformación de la Modelo. Su insistencia ha hecho que la Capilla fuera recordada ayer en el dosier de prensa entregado por el ayuntamiento a los periodistas congregados para el esbozo de derribo. «Nuestro proyecto va más allá de recuperar la Capilla y ponerla en el sitio histórico y artístico que merece; queremos convertir este espacio en los jardines de la Libertad», subraya el hijo del ilustrador .