Reinventar el Port Olímpic

Imagen diurna, con los amarres y los locales de ocio y restauración al fondo.

Imagen diurna, con los amarres y los locales de ocio y restauración al fondo.

PATRICIA CASTÁN
BARCELONA

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En 1990 se otorgó al Ayuntamiento de Barcelona la concesión por 30 años del Port Olímpic. Debía ser un  equilibrado mix de amarres de embarcaciones y de locales comerciales y de restauración. Casi un cuarto de siglo después, el coqueto puerto aprueba con nota en el apartado marinero, pero suspende en parte de su oferta lúdica. A poco más de cinco años del final del contrato, ayuntamiento y gestores del espacio empiezan a trabajar para perfilar el nuevo puerto del 2020, aunque no son pocas las voces que claman para que se avancen algunas inversiones lo antes posible, frenando su desgaste. En paralelo, los vecinos de la Vila Olímpica denuncian su «deterioro social y urbanístico» y exigen que se cumpla el plan de usos vigente y se ponga orden en el ocio nocturno.

Tras un arranque fulgurante que casi lo mata de éxito, los locales comerciales del Port se hiperespecializaron en gastronomía (muelle de Gregal) y en ocio y restauración más informal en el de Mestral. La zona vivió etapas muy conflictivas en lo referente al ocio nocturno, pero aunque la seguridad ha mejorado, aglutina algunas opciones lúdicas que son criticadas tanto por vecinos como por los propios operadores. El quid de la cuestión es que los empresarios que compraron el derecho de uso por 30 años han ido subarrendándolo al mejor postor, con independencia de la oferta o la calidad.

En la Associació de Bars, Restaurants i Oci del Port Olímpic de Barcelona (ABROPORT), asumen que al puerto le toca «bisturí» y una profunda «reforma física». Pero su presidente, Alfons Herrero, insiste en que no se puede «meter a todos en el mismo saco», y defiende parte de la oferta.

PRÓRROGA / La recta final de las concesiones ha empezado a poner en alerta a algunos operadores, que, con la ley de costas modificada en la mano, abogan por una prórroga de 15 años en la cesión de uso, ya que creen que de lo contrario no tiene sentido realizar ninguna inversión antes del 2020. No obstante, la Generalitat tiene competencias exclusivas en los puertos que no son de interés general, como este, por lo que la Direcció General de Ports establece que la nueva concesión tendrá que hacerse por concurso público, indican.

Pobasa es la empresa que durante estos años ha gestionado, explotado y comercializado la oferta del Port Olímpic. Su director, Joan Guitart, detalla que la futura renovación del puerto, en la que trabajan la entidad, Barcelona Regional y el área de Patrimonio del ayuntamiento, pasa por dos actuaciones claves. Por un lado, las infraestructuras, con una inversión millonaria para reparar el dique de abrigo, que se hizo bajo para permitir las vistas al mar pero no protege al puerto con malas condiciones meteorológicas. Además de tratar los diques sumergidos y mejorar el hormigón para que no sea tan poroso, sería urgente crear una suerte de visera o escupeolas que evitara inundaciones. La zona de amarres debería ser replanteada, ganando unos 2.500 metros cuadrados, aunque reduciendo su número para albergar embarcaciones grandes.

En el conjunto del recinto se requeriría como mínimo el cambio de todo el pavimento, la iluminación, la movilidad en la zona superior, nuevas galerías interiores, arreglos de filtraciones y desagües... Y sería el momento también de mejorar la estética de muchos locales y su interior, algo que muchos congelaron ante la incertidumbre de futuro.

Y aunque se tiene clara la necesidad de una reforma formal, las dudas planean sobre la filosofía que ha de vertebrar el Port Olímpic del futuro, más allá de sus usos náuticos. Fuentes de Hábitat Urbano del ayuntamiento afirman que cuando acabe la concesión habrá que definir el rol del puerto en el conjunto del frente litoral, «trabajar, analizar futuros usos y ver cómo concesionarlo». Pero el grupo municipal del PP ya ha mantenido reuniones con empresarios de la zona y aboga «para que el ayuntamiento defina ahora qué quiere para abrir el debate e ir buscando consenso y diversidad de usos», señala el concejal Eduard Bolaños.

Jordi Giró, presidente de la asociación de vecinos de la Vila Olímpica, tercia que hay que tomar decisiones más allá de la reforma y hacer que el plan de usos se cumpla. Para ello se está constituyendo una comisión municipal de seguimiento que lo evaluará. Terrazas y discotecas están en el punto de mira.