Las experiencias de los vecinos

De reformas y renuncias

A cambio de instalar un ascensor en la finca, Amparo ha tenido que prescindir del tendedero de la fachada

Salón-comedor 8 Amparo y su hijo, en el piso de la calle del Marquès de la Quadra que comparten.

Salón-comedor 8 Amparo y su hijo, en el piso de la calle del Marquès de la Quadra que comparten.

HELENA LÓPEZ
BARCELONA

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«La última vez que pintamos la escalera fue ahora, en la guerra»,recuerda Amparo Capellades, nacida en el número 7 de la calle de Marquès de la Quadra, donde, 88 años después, todavía reside. La finca, como algunas otras durante los últimos meses en el barrio, aguarda hoy tras un aparatoso andamio a que un grupo de paletas termine la rehabilitación del terrado, la fachada y la escalera, e instale el ansiado ascensor, trabajos que en principio estarán listos en marzo.«Nosotros solo queríamos poner el ascensor, pero, al ver la finca, los técnicos nos dijeron que si queríamos la ayuda [la subvención para la rehabilitación de edificios del plan de barrios], teníamos que rehabilitar también el resto del edificio», se sincera Jaume Pérez, hijo de Amparo, con quien comparte sumitja casaen la«zona alta»de la Barceloneta, como él mismo describe.

«El barrio está dividido en dos partes, de la calle de La Maquinista para abajo, que es la zona más humilde, tradicionalmente más de pescadores, y de La Maquinista para arriba, donde vivimos nosotros, que es la zona más aristocrática», explica la sonriente anciana, quien afirma moverse siempre por esa zona alta del barrio.

Amparo y Jaume se sienten afortunados, y no solo por la inminente colocación del ascensor en su escalera (viven en un segundo con principal). Los 60 metros cuadrados de sumitja casadoblan las dimensiones de la casa tipo de la Barceloneta, elquart de casa, más común en la parte del barrio más cercana a la playa. Pese a su suerte, su ducha es un agujero en el suelo a escasos centímetros de la taza del lavabo, sin ninguna separación entre ambos.

¿Dónde tender?

Aunque muy contenta con las (necesarias) reformas -que, entre otras cosas, recuperarán el grabado de la escalera, tapado bajo la cascada capa de pintura del 36-, Amparo tiene ahora otro dolor de cabeza. ¿Dónde tender? Lo primero que hicieron al empezar a arreglarles la fachada fue quitarles los tendederos, que contravienen la normativa municipal.«La finca quedará muy bonita, pero esto no es la casa de la señorita Pepis, es una casa para vivir, y tiene que ser práctica. Aquí los pisos son muy pequeños y no hay espacio para tender dentro, y menos para tener una secadora»,argumenta Amparo. Esa misma queja es compartida por la gran mayoría de vecinos del barrio, famoso en el mundo entero por sus tendederos rebosantes de ropa bailando al ritmo de la brisa.

Tendederos a un lado, en 88 años Amparo ha sido testigo de los vertiginosos cambios que ha experimentado la Barceloneta, propiciados en gran parte por elboom del turismo.«Antes era como una familia, todos nos conocíamos. Ahora la cosa se ha enfriado. Ya no ves a los vecinos sentados en las puertas como antes»,lamenta con tristeza inmediatamente antes de repasar de arriba abajo quién vive en todos los pisos, e incluso las fincas, colindantes.

Y es que sus abuelos ya vivían en la Barceloneta. Amparo cuenta que incluso eran«un poco»famosos en el barrio, ya que tenían una tienda de ultramarinos«allí abajo»,frente a la playa, y proveían de conservas a los barcos. «Todo funcionaba bien hasta que descubrieron que el sobrino que les llevaba la tienda se quedaba con la mitad del dinero», explica Amparo. «Cuando se dieron cuenta este ya estaba en La Habana»,prosigue. Fue entonces cuando dejaron la tienda y el puerto y se mudaron a la«zona alta»de la Barceloneta, donde nació, creció y ha vivido Amparo hasta el día de hoy.

Uno de los episodios de su juventud que más recuerda son las tardes de domingo en la Cooperativa Segle XX, donde se marcó los primeros bailes con su marido. Ese emblemático edificio -abandonado desde hace años-, está hoy precisamente en el punto de mira de los vecinos, quienes reivindican que el ayuntamiento lo expropie y recupere como equipamiento.