IMPULSO DE UNA ZONA CASTIGADA DE CIUTAT VELLA

Reforma sí; hoteles quizá

Obras 8 Dos trabajadores retiran una bolsa llena de escombros de una de las fincas en rehabilitación del entorno de los porches de Xifré.

Obras 8 Dos trabajadores retiran una bolsa llena de escombros de una de las fincas en rehabilitación del entorno de los porches de Xifré.

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL
BARCELONA

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El proyecto de reforma de los porches de Xifré está obligado a convivir con el debate sobre el plan de usos de Ciutat Vella y el modelo turístico y comercial de la ciudad. Los propietarios de las fincas de esta manzana, tal y como detallaba ayer este diario, plantean al ayuntamiento una mejora integral del lugar, otrora templo de la electrónica de bajo coste y convertido ahora en un páramo. Proponen peatonalizar la calle y se comprometen a sanear sus fachadas y adecentar los arcos que rodean el barrio desde Pla de Palau hasta Via Laietana. Nadie discute a estos promotores su derecho de reclamar una limpieza de cara. Otra cosa es aceptar que ese renacimiento venga acompañado de un boom turístico o de un desembarco en masa de empresarios hoteleros.

Desde el punto de vista político el foco va más allá de la zona cero. Alberto Villagrasa (PP) considera que el plan de los promotores se ha hecho «con mucha cabeza y visión de futuro para una zona de Ciutat Vella que está muerta comercial y socialmente». La dinamización de la zona, apunta el concejal conservador, «creará puestos de trabajo», y funcionará como nexo entre la Ribera y la Barceloneta. Sobre la posibilidad de instalar hoteles, asegura que el entorno es ideal porque no está saturado como otras áreas del distrito.

En las antípodas

La opinión de Ricard Gomà (ICV-EUiA) hay que ir a recogerla en el otro extremo ideológico. El líder ecosocialista considera que la posible transformación de los porches de Xifré «será la primera evidencia de la sumisión del plan de usos a los intereses del sector turístico y hotelero», lo que supone un «riesgo enorme de acabar convirtiendo Ciutat Vella en un parque temático turístico». «Esta transformación no debería estar al servicio de los megayates de lujo que CiU y PP quieren alojar en el Port Vell», concluye Gomà.

Jordi Portabella (UpB) defiende la diáspora hotelera, esto es, la necesidad de que la oferta turística esté repartida por toda la ciudad. No puede ser -sostiene- que el 40% de las camas estén concentradas en este distrito. Esgrime este razonamiento para defender a medias el proyecto de los porches de Xifré. Admite que es una zona «en la que difícilmente irán familias a instalarse», y aplaude que el plan «contemple no solo un incremento de plazas hoteleras o de pisos turísticos, sino también una mejora de los edificios».

Assumpta Escarp, responsable socialista de asuntos urbanísticos, conviene que este lugar limítrofe con Pla de Palau merece, por su estratégica situación, una «atención especial». «Haría bien el gobierno de Trias en detectar los problemas reales del distrito para saber dónde se debe actuar con urgencia y dónde no es necesario tocar nada», apunta la concejala, que está convencida de que el nuevo plan de usos surgirá del pacto PP-CiU. El gobierno, a través de un portavoz, prefirió no posicionarse sobre el tema a pesar de que la concejala Mercè Homs conoce bien el proyecto después de que meses atrás se reuniera con los promotores. En la audiencia pública del pasado jueves, aseguró que el plan de usos «no está pactado con nadie», y que lo único que hay sobre la mesa es «una herramienta de trabajo». Ahora son todo especulaciones», explicó, informa Helena López.

No hay casualidades

Daniel Català presidenta de la asociación de comerciantes Barna Port, ve «con muy buenos ojos cualquier mejora que se pueda realizar en la zona», y admite que los hábitos de consumo han cambiado hasta el punto de que los bazares electrónicos «han dejado de ser un referente». «Hay que quitar los coches, poner plataforma única y abrir itinerarios para que esto sea zona de paso», concluye.

Oriol Casabella, presidente de la asociación de vecinos de la Barceloneta, teme que se quiera instalar un nuevo «resort turístico», y, aunque confiesa que la zona requiere un lavado, espera que no se convierta «en un todo vale». «Veo bien lo de dar nuevos aires al comercio y ampliar la oferta de restauración, pero no apoyamos que se instalen más hoteles. Además, no es casualidad que se impulse esto cuando se acaba de aprobar la marina de lujo del Port Vell».