MOVILIDAD SOSTENIBLE

La red de carriles bici ya ha crecido un 40% en dos años

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Carlos Márquez Daniel / Barcelona

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El 20 de noviembre del 2015, la teniente de alcalde de Urbanismo compartía una misión "ambiciosa pero realista"Janet Sanz desgranaba el plan del gobierno de Ada Colau para que la bicicleta pueda circular más y mejor por las calles de Barcelona, bajo la premisa de que el ciclista urbano debe ir abandonando las aceras. Por aquel entonces, la ciudad disponía de 116 kilómetros de carril bici. Hoy son ya 161 (20 de ellos, a punto de estrenarse), un 39% más. Esos son los hechos consumados. Otros 61 kilómetros están en fase de proyección. Si nada lo impide, la red a pedales dispondrá de 233 kilómetros antes de terminar el 2018. Más difícil -podría decirse que imposible- será alcanzar los 303 kilómetros de carriles bici prometidos por la edila de Barcelona en Comú para antes de las próximas elecciones municipales, en mayo del 2019.

En esto de la movilidad no es justo ni prudente hablar de vencedores y vencidos. Pero a nadie se le escapa que en una ciudad tan densa como la capital catalana, cuando se le da espacio a alguien se le tiene que quitar a otro. De ahí que en muchos barrios han sido no pocas las reacciones negativas ante el recorte de viales destinados al vehículo privado. En beneficio de la bici, por si había dudas. La extensión del terreno ciclable ha generado rechazo en algunas zonas de Sant Gervasi, Fort Pienc o en el Eixample. Siempre bajo la misma premisa: a esta calle, la que fuera, no le hacía falta un vial ciclista porque a) ya circulaban sin problemas porque era zona 30, b) hay un carril bici en la calle de encima o en la de debajo, y c) el tráfico es ahora insostenible. Esto último es lo que se ha podido escuchar, por citar dos ejemplos, en Pau Casals y en el paseo de Sant Joan por encima de la Diagonal, donde el carril bici ha dejado la acera para arañar un vial al tráfico motorizado. 

Según Mercedes Vidal, concejala de Movilidad, Barcelona "avanza para lograr una auténtica red ciclista que quedará implantada como una infraestructura más de la ciudad y permitirá ofrecer a la comunidad ciclista más seguridad y eficiencia en sus desplazamientos". "Las líneas básicas -desgrana la concejala- son bajar carriles bici de las aceras a la calzada,"desdoblar viales bidireccionales de mucho uso para que pasen a ser unidireccionales y conectar polígonos industriales y municipios (el de Esplugues-Barcelona estará terminado este trimestre).

Vías ciclables

Desde que empezó el mandato, en junio del 2015, se han llevado a cabo 44 actuaciones de corredores ciclistas, 27 destinadas a carriles bici (25 kilómetros) y 17 dedicadas a crear vías ciclables (11 kilómetros de calzada en los que se señalizan itinerarios ciclistas). Otros 20 kilómetros solo de pasillo para bicicletas se encuentran en ejecución, con lo que en breve la red total ascenderá a 172 kilómetros (161 más los 11 de calles adaptadas). En lo que queda de año y todo el 2018, el consistorio prevé pintar otros 61 kilómetros. Es así como se llega a los 233 totales previstos para antes del 2019. La factura del proyecto asciende a 32,5 millones de euros. Queda pendiente un segundo paquete de infraestructuras ciclistas, que todavía debe redactarse y que es el que permitiría alcanzar o incluso rebasar los prometidos 303 kilómetros. Pero eso tiene pinta de cristalizar en el siguiente mandato.

Al margen de los números, lo que seguro agradecerá la comunidad ciclista es el diseño de los carriles, tras años en los que la estrechez del vial era preocupante en algunos puntos de Barcelona. De este modo, cada instalación unidireccional tiene una achura mínima de 140 centímetros, mientras que las bidireccionales disponen de 190 centímetros. 

Entre los carriles pendientes para el próximo año llama la atención una reivindicación histórica del gremio a pedales: Gran Via. No solo el tramo que no tenía señalización alguna, entre Aribau y paseo de Gràcia, donde se está estudiando el modo de salvar el cruce con Rambla de Catalunya. Se cambia todo, bajando el vial a la acera. En el lado montaña compartirá espacio con el bus, mientras que en la ladera mar se eliminará un carril de vehículo privado. El tramo Aribau-Vilamarí (dirección plaza de Espanya) estará listo antes de final de año. El resto se deja para el año que viene. 

Si el consistorio consiguie su objetivo de alcanzar los 303 kilómetros de red ciclable, todos los vecinos de Barcelona dispondrán de un carril bici a menos de 300 metros de casa. 

A seis meses de echar a la bici de la acera

El conflicto en las aceras entre peatones y ciclistas debería terminar en seis meses. En mayo del 2015 se aprobó una modificación de la <strong>ordenanza de peatones y vehículos</strong> que daba un año a los ciclistas para abandonar las aceras. Ada Colau decidió, en el momento de dar <strong>cumplimiento a la normativa</strong>, que la calzada no estaba lista para que los <strong>ciclistas bajaran al asfalto</strong>, así que los responsables de Movilidad decidieron dar otros 18 meses de plazo. En este tiempo (antes de abril del 2018), el ayuntamiento tiene que tener la <strong>infraestructura lista para que las bicis puedan circular por las calles sin peligro</strong>. Ahí es donde aparece el plan de 303 kilómetros previstos, casi el triple de los que había en el 2015. No se descarta que, una vez vencida la <strong>moratoria de año y medio</strong> dentro de seis meses, el consistorio decida dar otra prórroga.