El rebujito financiero

Francisco García Prieto gobernó la FECAC durante 27 años con mano de hierro, con el favor de los partidos y con cuentas poco claras

Un grupo de visitantes baila durante la edición de la feria celebrada en abril del 2012.

Un grupo de visitantes baila durante la edición de la feria celebrada en abril del 2012.

CARLES COLS / BARCELONA

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Como un Fèlix Millet del andalucismo en Catalunya. Aunque sin citar a ese ángel caído del catalanismo, el retrato que la fiscala esboza sobre qué ocurría puertas adentro en la FECAC durante los 27 años del reinado de Francisco García Prieto recuerda mucho al saqueo del Palau de la Música, donde las administraciones volcaban millones sin distinción de color político y donde después ese dinero saltaba de un libro de cuentas a otro hasta que se le perdía la pista. El caso FECAC es, efectivamente, muy Millet, pero le gana en intrigas, que ya es decir.

«El cansancio, demasiados años de dedicación...». Cuando García Prieto anunció en junio del 2014 que dejaba la presidencia de la

FECAC puso sobre la mesa esos motivos, pero había ya entonces un runrún de sospechas entre los miembros de la junta, porque algunos pedían documentación sobre facturas y transacciones y no la recibían. Su sucesor en el cargo fue Miguel Terrino, presidente adjunto entonces, que encargó una auditoría, que presentó una denuncia a la vista de lo que descubrió, que cambió las cerraduras de la entidad por si acaso y que, paradójicamente, está ahora en la lista de los acusados por la fiscala. En su defensa dice que hizo el panoli.

En aquella junta que quedó en el 2013 tras la renuncia al cargo de García Prieto estaba también Daniel Salinero. Era y es aún -eso cuentan- un fiel prietista, tanto que ganó las elecciones internas de la FECAC con el respaldo en la sombra del expresidente. En su día se negó a firmar la denuncia contra García Prieto. Eso subrayan sus detractores.

Que ese rebujito financiero con el que García Prieto organizaba cada edición de la Feria de Abril terminaría por ser indigesto lo decían muchos de los feriantes, pero siempre con la boca pequeña, sin dar la cara, porque dentro del recinto mandaba el presidente como un rey sol.

Gruesas acusaciones

Un ejemplo de ese malestar acumulado lo puso en negro sobre blanco la Hermandad Rociera Andaluza Virgen del Rocío La Esperanza, que en octubre del 2013 presentó una querella con gruesas acusaciones, pero que el juez desestimó, tal vez porque de tan alambicada era ininteligible.

¿Qué contaban esos rocieros indignados? Pues casos concretos, como que la FECAC, como siempre sin discusión, hizo en el 2012 de intermediaria para la compra de las cervezas que se servirían en las casetas en esa edición. Adquirió 346.080 latas a 35 céntimos la unidad. Las revendió a los feriantes a 90 céntimos. La pista de los 190.000 euros que sacó García Prieto como presidente en esa operación se borra misteriosamente. Es más, según aquella acusación, que tanto valía para las cervezas como para el resto de productos de consumo, García Prieto distraía una parte del material que compraba y lo revendía después fuera de la feria. Los denunciantes animaban al juez a rastrear esos miles de euros de beneficios ilícitos en cuentas en Suiza y Andorra, y, ya puestos, a echarle un paciente vistazo a las tarjetas de crédito que a cargo de la federación utilizaba García Prieto. Aportaron algunos extractos bancarios, con almuerzos por valor de 31.410 euros incluso, pero no se especificaba, claro, ni el número de comensales ni el motivo de ese festín. La querella, lo dicho, acabó en la papelera, pero su relectura cobra ahora valor porque encaja como un tetris con la denuncia impulsada por la fiscala.