Ramon Madaula, actor: "Ahora el Born y el Raval son bonitos, pero daban miedo"

"La terraza del Zurich había sido un lugar mágico de Barcelona. A la hora del sol, en invierno, y en verano, todo el día. Era un café auténtico". En este bar que describe Ramón Madaula (Sabadell, 1962) tomó muchos cafés y compartió tertulias con estudiantes del Institut del Teatre como él. Desde los 18 años hasta los 21, su formación como actor fue su nexo con Ciutat Vella, una intensa relación diaria con el distrito en el que más ha actuado este Premi Butaca 2015, galardón que ha obtenido por su interpretación en El rei Lear, con Núria Espert y bajo la dirección de Lluís Pasqual (y que hasta el 31 de enero en el Teatre Lliure de Montjuïc).

Era junio de 1981, cuando Madaula cruzaba la puerta hacia su destino. En la antigua sede del Institut del Teatre, en la calle de Elisabets, y en el mismo edificio que hoy alberga la sede del Cidob, aquel chaval de Sabadell entró a hacer sus pruebas de acceso a los estudios que lo catapultarían a escenarios teatrales y platós y cámaras de cine y televisión. Y hoy también, a su faceta de autor. Su obra L'electe, una sátira política, quedó finalista el pasado diciembre en el Torneig de Dramatúrgia Catalana del Temporada Alta.

SOLO QUEDAN LAS PIEDRAS

De la mano de sus padres y de su abuelo materno, de niño Madaula ya había disfrutado de Ciutat Vella. "Me llevaban al parque zoológico y también a la plaza Reial, a hacer el aperitivo", rememora el actor. "Veníamos en tren. Los Ferrocarrils de la Generalitat, Els Catalans, siempre han sido la vía de comunicación natural con la ciudad", explica. Y a los 18 años, aquella Ciutat Vella de visita fue ya el distrito de trascendentales vivencias, marcadas por su admisión en el Institut del Teatre. "Fueron los tres años más divertidos de mi vida", afirma. Lo fueron en unas aulas, calles, bares, plazas y edificios de las que queda poco ya de lo que él veía. "Solo las piedras", expresa.

«Ciutat Vella era decadente y olía mal, pero tenía encanto», dice. «A mí, Barcelona me impresionaba mucho. Sentía que aquí pasaban las cosas», añade. "Urbanísticamente ha mejorado mucho. Barrios como el Born y el Raval son agradables y bonitos ahora, pero entonces daban miedo. Aunque hoy han perdido un poco de su esencia. Supongo que no se puede tener todo", reflexiona el actor, que en abril volverá al Lliure de Montjuïc con A teatro con Eduardo.

TRABAJAR PERO NO VIVIR

Ocio y trabajo fueron los vínculos iniciales de este actor con el distrito de Ciutat Vella y lo siguen siendo hoy. "Venir a trabajar aquí me encanta, vivir me costaría", declara. "Por eso vivo cerca. Disfruto más de la ciudad si no vivo en ella. Vengo al cine, a cenar y a trabajar. Y mi relación con Ciutat Vella es esa, profesional o lúdica, sin obligaciones", señala un Madaula inmerso en la creación de historias para subir a escena. "Quiero escribir textos sobre temas próximos, que interpelen al espectador", comenta frente al portal que da acceso a la Biblioteca Francesca Bonnemaison y a la Escola de la Dona, donde estuvo el Institut del Teatre cuando él estudió. "Compartíamos edificio con la escuela de danza. Esto era como Fama, al entrar veías a las bailarinas estirando y comiendo una manzana. Pasaban de nosotros, los actores éramos los bohemios", recuerda el actor, que regresaba cada día a Sabadell leyendo en el tren.

"Siempre estaré agradecido a Pere Planella, uno de mis profesores. Me ofreció un papel en L'auca del senyor Esteve", dice. Fue su debut como actor, en el Romea. Era 1984. Su debut como autor y director, con Coses Nostres, llegó el pasado mayo.