LAS CONTRADICCIONES DE LA ADMINISTRACIÓN

«Si quieres innovar, vete»

Los inicios 8 El flamante Bicibar, en septiembre del 2012, en el parque de la Ciutadella.

Los inicios 8 El flamante Bicibar, en septiembre del 2012, en el parque de la Ciutadella.

MARINA MUÑOZ BENITO
BARCELONA

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«Rabia, impotencia, desesperación e incredulidad».Estos son los sentimientos que se han adueñado de Silvia Ortega, Mike Schwentor y Francisco Requena, tres jóvenes emprendedores de Barcelona que, después de dejar sus respectivos trabajos y poner en marcha hace un año Bicibar -un original proyecto que fusiona, a través de diferentes recorridos turísticos por la ciudad, los beneficios de la bicicleta con una barra de bar móvil-,

han visto arruinado su sueño y su economía.«Por donde intentamos circular la Guardia Urbana nos detiene el vehículo y las dos últimas veces hicieron bajar a los clientes», explica Ortega, que denuncia, a su vez, el abandono que sufren los pequeños emprendedores por parte de la Administración municipal.«Hemos intentado contactar desde hace más de un año hasta 15 veces con ellos y no nos hacen caso»,añade.

La empresa, que cuenta con una licencia de actividad de exposición y venta o alquiler de bicicletas bajo el nombre Barcicleta SL y cuyo plan inicial se llevó a cabo con la ayuda de Barcelona Activa -la agencia de desarrollo local del consistorio-, se vio obligada a dejar de ofrecer sus servicios el pasado 12 de abril.«Se decidió hacer una prueba piloto de seis meses mediante una autorización específica de circulación para ver el impacto que el vehículo tenía sobre la vía pública»,señalan fuentes del área de Movilidad del Ayuntamiento de Barcelona a este diario, justificando así el beneplácito inicial y el posterior cambio de opinión, que ha originado 11 despidos, además de la anulación de reservas y de dejar colgados a varios agentes comerciales que ofrecían este producto a los turistas.

Otro de los motivos que el consistorio pone sobre la mesa para no repetir esta experiencia es que, además del impacto que genera un vehículo de estas características, con 15 plazas más un conductor,«se ha observado que también se distribuyen bebidas, en algunos casos alcohólicas»,apuntan, recordando que la ordenanza de convivencia no permite el consumo de alcohol en la vía pública. Ortega, Schwentor y Raquena, no obstante, aseguran que desde el inicio de la actividad -«y así lo hicimos saber por carta»,comentan- estaban dispuestos a modificar los aspectos necesarios para llevar adelante la misma.

Para Eudald Lligona, abogado de los tres socios, el principal obstáculo es el carácter innovador de la iniciativa.«Es un tipo de negocio nuevo, diferente y no está regulado, por lo que es más fácil decir que no»,señala Lligona, lamentándose de que el consistorio no ha valorado el esfuerzo económico al que se sometieron los tres emprendedores.

Y es que, para la puesta en marcha de esta barra de bar a pedales, que también funciona en otras ciudades europeas y españolas, se necesitó una inversión inicial de 100.000 euros y, posteriormente, un crédito de 60.000 euros que, después de analizar la viabilidad del proyecto, avaló la Generalitat con el programa Crèdit Empren a través de CaixaBank.

El aval del «pobre abuelo»

«Ahora tengo una deuda con la Generalitat, además de una deuda por un crédito personal para la inversión inicial, avalado por mi pobre abuelo...», explica con angustia Ortega.«Han arruinado a una empresa»,añade Lligona, que asegura que ningún órgano administrativo les ha notificado nada.«Si quieres abrir cualquier negocio innovador, vete de aquí»,aconseja Mike Schwentor.