CLÍMAX CIENTÍFICO EN LA CIUTADELLA

Lo que Spielberg se calla

CARLES COLS
BARCELONA

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Barcelona fue ayer el tálamo de aquello que, se supone que por exigencias del guión, Steven Spielberg pacatamente prefiere no mostrar en sus películas jurásicas. También enHace un millón de añosla cuestión fue mojigatamente esquivada, y eso que Raquel Welch como mujer prehistórica estaba allí que quitaba el hipo. Hablamos, claro, del sexo entre dinosaurios, un tema incomprensiblemente jamás abordado en el cine y del que ayer fue posible hacerse una idea aproximada en el Zoo de Barcelona gracias al primer encuentro sexual en la historia del parque entre un macho y una hembra de dragón de Komodo, tataranietos de aquellas especies que años ha dominaron la Tierra. Guntur y Asmara, así se llaman los miembros de la bestial pareja, mostraron ayer durante dos horas qué tipo de gimnasia se veían obligados a practicar los grandes saurios cuando copulaban.

El fornicio fue realmente muy instructivo, más que nada porque se trata de una especie de la que resta aún mucho por aprender (sin ir más lejos hace solo seis años un par de dragonas sorprendieron a la comunidad científica internacional al revelarse capaces de engendrar sin pareja), e incluso puede decirse que fue un apareamiento sorprendente, pues los responsables del terrario temían que Guntur se mostrara violento con Asmara, como es común en las selvas de Komodo, pero al final resultó ser un tierno amante. La prueba del nueve es la siesta que ambos, exhaustos, se echaron a mediodía tras la que fue una placentera unión.

Fogosidad científica

De todo ello tomó nota con evidentes síntomas de fogosidad científica Manuel Aresté, responsable del terrario del Zoo de Barcelona, que dentro de 15 días irá a Roma a contar las andanzas de Guntur y Asmara en un congreso internacional sobre reptiles y anfibios que se celebrará en la capital italiana. En ese tipo de encuentros se aprende, por ejemplo, que cuando la hembra pierde peso y apetito y en su sangre aumentan los índices de calcio y de estradiol (la hormona femenina del amor) es que ella está a punto para la reproducción. Eran exactamente los síntomas que mostraba Asmara desde hace días. Con Guntur era todo más fácil. Se le veía muy salido. También se aprenden en ese tipo de citas científicas pequeños truquitos, como cortarles las uñas unas horas antes a los amantes para evitar heridas innecesarias. Aresté podrá poner ahora su granito de arena a esa aún inconclusa enciclopedia sobre el sexo prehistórico.«La cópula sin combate es posible, la he visto», proclamará Aresté en la ciudad eterna.

De hecho, por miedo a que los amantes se enzarzaran en una violencia pelea, el encuentro sexual fue inicialmente cerrado al público, pero cuando al cabo de una hora quedó claro que Guntur estaba hecho todo un vizconde de Valmont se permitió el acceso de los visitantes, de modo que, de repente, allí estaban escolares que apenas levantaban un metro del suelo contemplando a menos de un palmo, gracias a la seguridad del cristal, lo nunca visto en Barcelona. ¿Qué exactamente? Pues un dragón y una dragona en lo que podría definirse como lapostura del lagartito. ElKamasutraanimal no es muy variado. Hace cuatro años fue todo un notición un artículo publicado porThe gorilla gazetteporque una pareja de esos grandes simios fue fotografiada copulando cara a cara, una postura que se suponía exclusiva de los humanos.

Guntur y Asmara no llegaron ayer tan lejos. El coito fue un clásico del reino animal (ella de espaldas a él), pero lo cierto es que una adaptación reptil del misionero no les hubiera ido nada mal, ya que durante las dos horas que duró la coyunda quedó claro que la cola, que los dragones utilizan como arma en ocasiones para derribar a sus presas, es un enorme estorbo si se trata de llamar a las puertas del amor. El macho gastó no pocas fuerzas en rodear con una de sus garras traseras la enorme cola de ella para que esta la enroscara con la suya, no por estética, sino porque así facilitaba la penetración.

Ayer, en resumen, tuvo lugar en el Zoo de Barcelona un acontecimiento extraordinario. Comenzó una luna de miel que durará entre una y tres semanas, hasta que a uno de los dos amantes le pueda el hastío y se lo haga saber de malos modos a su pareja. Entonces Aresté ordenará que les separen y cruzará los dedos para que Asmara, al cabo de un mes como mucho, ponga entre 12 y 20 huevos. Si son fértiles, eclosionarán en diciembre. Puede que esta vez los primeros catalanes del año (un clásico de los noticiarios del 1 de enero) sean tipos de piel dura, aliento fétido, carroñeros, caníbales y violentos, pero, cuando es menester, amantes apasionados.