Pulso por el límite del ruido

NUEVA ACTIVIDAD Los decibelios llegan incluso a Montjuïc.

NUEVA ACTIVIDAD Los decibelios llegan incluso a Montjuïc.

PATRICIA CASTÁN
BARCELONA

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Sobre el papel, Barcelona es menos ruidosa que hace un lustro. Su banda sonora solo es preocupante en el centro, punto de fusión de la hiperactividad comercial, el ocio nocturno y la voracidad turística. Pero una cosa son los baremos oficiales, que se establecen según las zonas y los horarios, y otra la percepción del ruido. Vecinos afectados por la convivencia con el ruido y la Associació Catalana Contra la Contaminació Acústica (ACCCA) reclaman rebajar el límite de la tolerancia municipal para mejorar la calidad de vida urbana, y dicha entidad denuncia que el ayuntamiento ha tendido a hacer lo contrario en pos del «progreso y la actividad económica». Por contra, el sector del ocio nocturno afirma que la normativa es implacable, que los locales están sometidos a continuas inspecciones y que el problema parte de la vía pública. El ayuntamiento replica que las quejas bajan y que la ciudad tiene abiertos mil y un frentes antirruido.

Tras el debate abierto ayer por EL PERIÓDICO, a raíz de las denuncias enviadas por lectores del diario, los distintos sectores implicados defendieron sus intereses. La entidad que más activa ha sido en la lucha contra el ruido en los últimos años, la ACCCA, está convencida de que si las denuncias bajan no es porque Barcelona sea menos ruidosa, sino por las zancadillas administrativas. Primero porque el mapa de la contaminación acústica, actualizado hace unos meses (en base a la radiografía real del momento y los límites normativos) tiende a «flexibilizarse» para favorecer los nuevos usos, según el abogado especializado Lluís Gallardo. Punto que el ayuntamiento replica afirmando que en algunos casos el mapa eleva el listón si la actividad incorporada en la zona de forma natural genera más decibelios, pero que también sucede a la inversa, por ejemplo, cuando una calle se peatonaliza y se rebaja la tolerancia de ruido para pacificarla.

Gallardo apunta también que la coyuntura jurídica, que obliga a pagar los costes del contencioso administrativo a la parte perdedora, echa atrás muchas denuncias. Y agrega que la necesidad de aportar un informe profesional que acredite el excesivo nivel sonométrico tiene un alcance económico fuera del alcance  de muchos particulares. Es decir, que ante todo prosperan causas avaladas y sufragadas por colectivos.

DE NOCHE / El año pasado, el ocio nocturno motivó el 21,35% de las quejas ciudadanas por ruido, pero el sector se defiende. Fuentes de la patronal Fecalon destacan que el nivel de cumplimiento es muy alto porque las inspecciones son continuas, porque una denuncia puede acabar con un cierre y porque las normativas son estrictas sobre dobles puertas, aislamiento, controladores y hasta promotores cívicos pagados por los empresarios, como está sucediendo este verano en el Poblenou. Precisamente, la patronal se queja de que el ruido se produzca fuera de los locales, cuando la gente sale a la calle a fumar o al cierre de los bares. A estos hay que sumarle el botellón, espoleado por la crisis. También aquí hay defensa municipal: el verano pasado las quejas por consumo de alcohol en la calle bajaron el 17,4%. Las referidas a ruidos cayeron ligeramente o se estabilizaron en puntos calientes como Ciutat Vella y Gràcia. Este mes, el Plan Silencio ha vuelto a la carga (en el 2013, los promotores adoctrinaron a 77.500 personas en casi 4.000 locales). En el conjunto de la ciudad, el año pasado las denuncias a la Urbana disminuyeron el 8%; este primer trimestre, el 4,8%.

¿Lo hicieron por tranquilidad o por impotencia? El presidente de la FAVB, Lluís Rabell, cree que el debate sobre zonas de saturación de ruido y los criterios para su limitación sigue abierto y sin resolver. Y la especialista de la federación vecinal en temas medioambientales Mercedes Vidal apunta que las quejas puntuales de vecinos siguen a la orden del día en zonas de alto volumen, como Poblenou, la Vila Olímpica, el Fòrum (sede de festivales), Ciutat Vella... a las que Gallardo suma nuevas actividades en una zona tranquila como Montjuïc, como la cita dominical Picnik Electronic que ha producido quejas en el Poble Sec, donde sufren el efectos de «gran concentración de actividad festiva» cercana: de las Harley al Pride gay y demás. Pero para Vidal lo más grave sigue siendo el tráfico diario, que copa las «quejas más generalizadas» y precisa de medidas ambiciosas, y un mejor trabajo municipal en los planes de usos de zonas saturadas.

¿Puede el despegue internacional de Barcelona y su talante de ciudad de terraceo y mucha actividad de calle ser compatible con el descanso acústico? El concejal de Medio Ambiente, Joan Puigdollers, recuerda el carácter mediterráneo de la metrópolis, pero asume que aún queda trabajo por hacer. De entrada, 400 limitadores acústicos pondrán tope a los excesos en fiestas de calle. Otra cosa será el furor de los incívicos.