Las prostitutas proponen que se pacte dónde y a qué horas pueden ejercer en la calle

MARÍA JESÚS IBÁÑEZ / BARCELONA

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Hay tantas prostituciones como mujeres hacen la calle. "Pasa como en tantas otras cosas en la vida: no se debería hablar de la prostitución de un modo general, porque cada mujer, cada puta arrastra una historia distinta tras de sí", advierte, de entrada, Paula Vip, presidenta de la asociación Aprosex y portavoz de la Assemblea d'Activistes Pro Drets sobre el Treball Sexual de Catalunya. "No es lo mismo la chica que ejerce en el Raval, a la que la policía atosiga a diario por el simple hecho de estar en la calle, que las 'escorts' o prostitutas de lujo, que trabajan por cuenta propia, en pisos que son suyos y que contactan discretamente con sus clientes", puntualiza Vip.

Por eso, porque la realidad de la prostitución en Barcelona es tan variada como la misma ciudad, la asamblea de trabajadoras sexuales considera que lo primero que se tendría que hacer, "si esta fuera una sociedad justa, en la que la decisión libre de una prostituta fuera respetada", dice Vip, "sería llegar a un pacto sobre espacios y horarios para aquellas quieran ejercer voluntariamente".

Vip, que apuesta por "un feminismo bien entendido, es decir, el que defiende los derechos de todas las mujeres, incluidos los de las putas", aboga por que Barcelona busque un modelo propio. "No creo que aquí, en una ciudad turística y con tanta vida en la calle, sean eficaces los establecimientos que sí funcionan en Holanda o en Alemania", indica.

SIEMPRE PAGAN ELLAS

La clave, insiste, no pasa por "sancionar, porque son las prostitutas las que acaban pagando las multas, las suyas e indirectamente las de los clientes, que dejan de contratar sus servicios", sino por mejorar las condiciones. "Lo que está claro es que estas mujeres, muchas de las cuales han llegado a la prostitución porque han entrado en la espiral de la pobreza, necesitan tener una situación regularizada, ni que sea para minimizar los posibles daños que puedan sufrir", intercede Xesca Muñoz, responsable del área de empoderamiento económico de la fundación SURT, una entidad sin ánimo de lucro que trabaja por la inserción laboral de las prostitutas en Barcelona. 

"Y habrá que ver si realmente eso produce el efecto llamada que algunos dicen", añade. Es fundamental que mientras tanto, "estas personas tengan otras opciones laborales, que puedan conocer sus habilidades y aplicarlas en otros trabajos", prosigue Muñoz. La fundación SURT, que anualmente atiende a medio centenar de mujeres, de las que un 70% han acabado encontrando un empleo alternativo a la prostitución, facilita formación, busca empresas para realizar prácticas y presta también atención psicológica. "Con muchas de ellas, la prioridad es que recuperen la autoestima", dice la responsable.

MUJERES ATRAPADAS

El problema, reconocen ambas mujeres, son las chicas que trabajan coaccionadas o bajo amenazas. "En esos casos, que no solo afectan a la prostitución sino a otros ámbitos de explotación laboral, son las fuerzas policiales las que deben intervenir... Allí las chicas que ejercen libremente pueden ser importantes para ayudar, por ejemplo, a detectar a las que están forzadas", afirma la portavoz de la asamblea de trabajadoras sexuales, constituida hace un año y que es una de las entidades participantes en la mesa de trabajo creada por el Ayuntamiento de Barcelona para analizar cómo modificar la ordenanza municipal de civismo del 2006.

"Las mujeres atrapadas por mafias, las que han sido víctimas de redes de trata suelen ser mujeres con mucho miedo y mucha desconfianza", explica Alícia Rodríguez, técnica de SOS Racismo en Catalunya. El miedo es hacia las represalias que puedan tomar contra ellas los proxenetas, y la desconfianza hacia las instituciones oficiales, "que las han ignorado demasiadas veces", indica la coordinadora del servicio de atención y denuncia para víctimas de racismo y xenofobia de la oenegé. A eso se añade, prosigue Rodríguez, "el desconocimiento que muchas de ellas tienen de sus derechos".