Prostíbulo en el entresuelo

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TONI SUST / BARCELONA

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Antonio, presidente de la finca situada en el número 362 de la calle de València, estaba un día sentado en el sofá de su casa cuando se encontró con un desconocido en el comedor. Preguntaba por una señora. Él y sus vecinos, ambos con hijos pequeños, dejaban las puertas abiertas para que jugaran y entraran y salieran de las viviendas. Pero aquel día un hombre se equivocó. Buscaba un piso de prostitutas y se metió en casa de Antonio, que le preguntó adónde iba y le acompañó hasta la puerta del entresuelo. Y le interrogó sobre lo que ya sospechaba: “¿Qué hay aquí?”. La respuesta, sin matices: “Aquí hay sexo”.

El visitante iba a un prostíbulo en el que trabajan mujeres chinas, ubicado en el entresuelo 1ª. Los vecinos de la finca se dieron cuenta en septiembre del 2014 de que algo pasaba. Hablaron con el propietario del piso, que dijo no saber nada y que desde entonces les ha dado largas. En enero del 2015, una inspección policial dejó en evidencia la comisión de una actividad ilegal. El ayuntamiento informó a los inquilinos del entresuelo 1º de que debían acabar con el negocio. Pero en el frente legal no ha habido más noticias. Han acudido también a la Síndica de Greuges de Barcelona, que les comunicó que el precinto del prostíbulo está previsto, pero no se sabe cuándo se acometerá. Ahora ya no pasa tanto, pero antes era frecuente que los clientes se equivocaran y tocaran el timbre de otros vecinos.

CÁMARA Y CONSERJE

Así que los vecinos, unos 40, de los cuales unos 10 son niños, se organizaron. Primero instalaron una cámara que graba a quién entra y sale. No sirvió para mucho. Durante un mes contrataron a un conserje. Fue muy útil para desincentivar a los clientes: les pedía que se identificaran y muchos reculaban. Pero la comunidad no puede asumir el coste de tener a una persona todo el año en la portería: unos 24.000 euros. Cerraron la puerta de la calle con llave, lo que obliga a las prostitutas o a alguno de los responsables del negocio a salir a abrir.

Hartos, han colocado este jueves una pancarta en la fachada: ‘No volem prostíbul a casa’. La tela precisa cuál es el piso señalado: el entresuelo 1ª. El asunto tiene su gracia: la pancarta viene de otra finca, situada en el cruce de la Diagonal con Bailén, muy cerca. Una finca en la que también había un prostíbulo chino, también en un entresuelo. Allí lograron ahuyentar el negocio.

TURISTAS, BARES, PROSTITUTAS

Sandra, una de las vecinas, bulle de indignación. Afirma que no solo se trata de sacar el prostíbulo de su finca: “De las peluquerías que cerró el ayuntamiento pasaron a los pisos. Entre esto y que las tiendas van cerrando para que abran bares para turistas, nos tendremos que ir. Si solo hay prostitutas y turistas, nos tendremos que ir”.

La comunidad espera que la pancarta surta efecto y el problema acabe. Pero no que desaparezca. “No es tanto que se cierre este piso, sino que se visibilice el problema que hay. Si es necesario le dejaremos nuestra pancarta a otra finca”, afirma Sandra.