Prohibido ganarse la vida como músico en las calles de Barcelona

Muchos músicos aprendieron el oficio tocando por las esquinas de Barcelona y hoy lamentan que se les impida retomar esa opción laboral

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NANDO CRUZ / BARCELONA

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Hubo una época en la que las calles de Barcelona eran una alternativa laboral. El mismísimo Raynald Colom se curtió allí. Aún recuerda aquella tarde del 24 de diciembre en la que con una banda de dixieland se sacaron cien mil pesetas. Pablo Schvarzman también ha tocado mucho en la calle. Para él es algo esencial, pues ahí está el público. De hecho, opina que los músicos de bar y los callejeros luchan por lo mismo. "¿Por qué están alejados estos circuitos?", pregunta. Al fin y al cabo, unos y otros tocan sin contrato y cobran en negro. 

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Durante la charla de EL PERIÓDICO con una decena de músicos sobre su precaria situación, Colom y Schvarzman recuerdan con nostalgia y bastante rabia cuando en Barcelona aún existía "un tejido que te permitía empezar tocando en la calle, luego ir a un garito, hacerte un público y con el dinero que sacabas, grabar tu primer disco. Marcelo Mercadante es el mejor ejemplo: se hizo como músico en la plaza del Pi y hoy está entre los cinco mejores bandoneonistas del mundo", relata Colom. "¡Salía a tocar con guantes cuando hacía frío!", recuerda Schvarzman. Para Sandra Bustamante estas historias no forman parte del pasado. Son su presente. "Yo bajo a tocar al metro porque en dos horas me hago 50 euros, mientras que en una sala saco 20 o 25", calcula. Como toca sin permiso, debe afrontar otro peligro: la multa. La cantante tiene amigos a los que les han salido conciertos, tanto en España como en el extranjero, gracias a gente que les vio actuar en el parque Güell. Algunos, visto el panorama, se mudaron al extranjero. "En Brasil tratan bien a los músicos; no hay que ir ratoneando", le cuentan.

EL PANORAMA EN EUROPA

"Si eres músico, vivir en Barcelona es un poco de chalado", asegura Oriol Roca. Él se gana la vida tocando principalmente en Bélgica, Italia, Holanda y Francia. En este último país, explica, la situación laboral del músico se resolvió en 1936  mediante un régimen de intermitencia según el cual los músicos que realizan 43 conciertos en diez meses (con sus 43 facturas) pasan a ser profesionales y tienen derecho a una ayuda económica si no trabajan. Este sistema engloba a actores, técnicos, iluminadores y demás oficios relacionados con la cultura.

En el país vecino también ocurren otras cosas: los locales reciben ayudas públicas para programar conciertos, lo cual permite pagar mejor al músico. El caché mínimo obligatorio para contratar a un músico es de 150 euros. Para el baterista Roca, "es una anomalía que salas como Apolo no tengan una programación de bandas locales que no sea solo Caprichos de Apolo. Deberían arriesgar más como empresa, pero volvemos a lo de antes: aquí no reciben ayudas", lamenta. 

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Aquí salta otro debate porque, de hecho, esas ayudas sí existen. Lo que ocurre es que en España las subvenciones a salas suelen ir destinadas a obras de insonorización o de adecuación arquitectónica. Schvarzman lanza la pregunta clave: "¿Por qué las subvenciones para insonorizar las salas vienen de la partida de cultura y no de la de medioambiente? Si el dinero destinado a la cultura va a insonorizar, nos quedamos sin dinero para la cultura. Al Harlem le dan 12.000 euros cada año y se los gasta en insonorizar. ¡Que pague mejor a los músicos!".

La charla se ha alargado más de tres horas. Hay infinidad de temas, pero el de la música en la calle es el más caliente. "Yo ya no tengo más paciencia", estalla Schvarzman. Estalla como músico y vecino de la calle de Ferran. "He visto a la Guardia Urbana requisar el contrabajo a un músico. ¿Cuánto ruido puede generar un contrabajo? En cambio, a los turistas que celebran los goles en la puerta del pub irlandés no les dicen nada. Con esos no se atreven", denuncia. Y lanza su órdago: "Hay que recuperar la calle: tenemos que plantarnos 120 músicos en la plaza de Catalunya y ponernos a tocar. ¡A ver quién se atreve a quitarnos todos los instrumentos!".

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