LOS PROTAGONISTAS

Un problema con 4 caras

Molestia, diversión, ruina, hastío... cada uno de los implicados vive distinto el botellón

PATRICIA CASTÁN
BARCELONA

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Las noches del sábado, curiosamente, son largas, casi eternas para algunos vecinos del viejo eje de ocio en el 22@. Difícil dormir; difícil a veces hasta escuchar la tele; difícil también madrugar para bajar al perro sin tropezar con una botella.«Tienen la suerte de que hay pocos vecinos aquí, de que la zona está en transformación, pero esto es un escándalo; algún día pasará algo gordo, atropellarán a alguien o alguna pelea acabará mal», cuenta Miguel, acostumbrado a«escapar» todos los fines de semana que pueden. Vecinos recién llegados, como los de los pisos protegidos del 107-115 de Almogàvers vieron pulverizarse sus ilusiones de asentarse en el barrio al convivir con los problemas nocturnos. Tuvieron que crear una plataforma y un grupo en Facebook para reclamar medidas al ayuntamiento.

Fiesta barata

Las mismas noches del sábado son«las mejores de la semana»para Soraya y sus amigos. Ponen cinco euros por barba para bebidas y se turnan la labor debarmande calle. Esa noche son siete, por lo que la recaudación les ha dado para litronas de cerveza, una botella de whisky barato y una de vodka, además de refrescos. No les falta ni hielo, aunque este lo han tenido que comprar en una gasolinera. El resto de la compra lleva horas en una bolsa, en un maletero, porque«aquí no hay badulaques para comprar nada de noche», cuentan en un portal de Àlaba. ¿Por gusto o por obligación?«Es divertido beber todos juntos y liarla, pero si tuviéramos pasta y no te clavaran tanto en los bares no nos sentaríamos en la calle», argumenta otra chica. Dinero, dinero. Es la explicación matemática, un cubata cuesta de 6 a 10 euros, por norma, y en la actualidad ese es casi el presupuesto que algunos jóvenes sin ingresos manejan para toda una noche. «Intentamos no ensuciar y tiramos todo a la basura», se defienden. De hecho, las papeleras del sector de Pere IV entre Zamora y Àlaba están totalmente desbordadas poco después de la una de la madrugada. Según avanza la noche, garrafas vacías y botellas pueblan las aceras. Hay dos momentos álgidos: a primera hora, cuando se bebe contra reloj para entrar ya entonado en los locales, y a las seis de la mañana, cuando cierra la disco más grande de la zona y muchos quieren dilatar la fiesta en plena calle.

Las noches de esos sábados ya no son lo que eran para los empresarios del sector.«Antes la gente se tomaba dos o tres copas, se ganaba dinero y se podía hacer una noche de más calidad», dice un empresario del ocio nocturno, que quiere permanecer en el anonimato.«Ahora los que trabajamos con gente joven ya no sabemos qué hacer, cuando vienen no tienen un duro»y el gasto está por debajo de la consumición por persona. Un récord a la baja. Si las cosas siguen así muchos tendrán que cerrar, pero no se plantean recortar más los precios de las copas, más allá de alguna promoción. Aseguran que si no, las cuentas no salen.

Las noches de sábado son agotadoras y casi idénticas para la policía local y autonómica que patrulla la zona.«Hacemos una presión constante, pero vuelven, tratamos de que al menos no haya incivismo», explicaba un mosso a este diario el pasado sábado. De paisano, su tarea no da abasto, y de uniforme invitan a la concurrencia a esconderse, aunque no tardan en reintentarlo. La pregunta es quién vencerá al final.