MONTJUÏC
Yolanda Cortés: «Barcelona en esencia»
Deporte, música, cultura, ocio... La montaña reúne para esta estanquera todas las facetas de la ciudad
El pasado abril, Yolanda Cortés (42 años, empleada de un estanco, aficionada al atletismo) corrió por primera vez con su hijo Aitor, de 11 años, la Cursa de El Corte Inglés.«Pasar corriendo con él, por delante del Estadi Olimpic, uno de mis lugares favoritos, fue increíble», recuerda con emoción.«Estuve afiliada a un club de atletismo entre los 8 y los 14 años y los fines de semana íbamos a competir a Montjuïc -se explica Yolanda- «Luego me aficioné a correr por esta zona, he vivido su remodelación».
El amor por el deporte y los recuerdos de infancia son, pues, uno de los motivos por los que Yolanda considera que Montjuïc es el gran icono de Barcelona.«Nací en L'Hospitalet y vivo en Cornellà desde que me casé hace 13 años, pero cuando pienso en Barcelona, la primera imagen que me viene a la cabeza es Montjuïc», explica mientras señala desde la terraza del HC Barcelona Plaza, en la plaza de España, la vista que se extiende ante sus ojos.«Montjuïc es Barcelona en esencia»,sentencia.
Testigo
«Barcelona no es solo Gaudí y el Bar-ça. Montjuïc está vinculada a Barcelona desde sus orígenes y ha sido testigo y parte de su historia, la buena y la mala», se explica esta«culé hasta la médula» antes de dar más motivos de su elección.«Cuando entras a Barcelona por la Gran Vía, lo primero que ves es la avenida de Maria Cristina: las torres venecianas, los pabellones de la Fira, las fuentes de colores, y más arriba parques y jardines y espacio para hacer deporte e instalaciones. Y museos como el MNAC y teatros y escenarios del Grec y los conciertos en el Palau Sant Jordi¿» Barcelona es historia, deporte, cultura, negocios, fiesta, música¿«Todo eso es, también, Montjuïc»,defiende mientras su marido, Rubén López, y su hijo Aitor, asienten.
Recuerdos, luz, color
Yolanda lamenta que la montaña de Montjuïc es una gran olvidada para muchos barceloneses. Le resulta incompresible, sobre todo en su caso, que tiene tantos recuerdos vinculados a la montaña. Sus primeras imágenes de Montjuïc están relacionadas con el atletismo, pero también recuerda las fuentes de colores -«al ritmo de la música», dice-, los conciertos en el Palau Sant Jordi en su adolescencia («Depeche Mode, en 1990 y 1993, fui a los dos»,rememora con una sonrisa) y ya después («En el 2001, mi marido me llevó engañada a un concierto de Alejandro Sanz para el que yo no había conseguido entradas»), el teatro y las exposiciones... Y entre recuerdo y recuerdo, la timidez de Yolanda se va difuminado.«Me he pegado muy buenas juergas en Montjuïc»,confiesa, divertida.
Para esta amante del atletismo, Montjuïc tiene de todo, para todos los gustos y para todas las edades, y está convencida de que todos los barceloneses tienen algo allí con lo que sentirse identificados. Por eso,«Montjuïc merece ser un icono no ya turístico, sino de todos los barceloneses», sentencia.
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