INSTITUCIÓN CULTURAL CON HISTORIA

Siete décadas hablando inglés

El British Council celebra su aniversario desde que en 1943 abriera su antigua sede en el paseo de Gràcia

Ayer y hoy 8 A la izquierda, antiguos alumnos; a la derecha, Dove junto a los gaiteros en la fiesta del jueves.

Ayer y hoy 8 A la izquierda, antiguos alumnos; a la derecha, Dove junto a los gaiteros en la fiesta del jueves.

CRISTINA SAVALL
BARCELONA

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En 1940, Walker Starkie, carismático escritor, profesor de Español en la Universidad de Dublín, personaje de un cuento de Camilo José Cela y miembro de la Academia Irlandesa de las Letras, fundó en el oscuro Madrid de la posguerra el British Council y el Instituto Británico. Al cabo de tres años, cuando Europa estaba inmersa en la segunda guerra mundial, Dereck Traversi, literato especializado en la obra de Shakespeare, inauguró en el paseo de Gràcia la sede catalana de esta institución que promueve el arte y la cultura del Reino Unido.

Chris Dove, actual director de British Council en Catalunya, recuerda que el Gobierno británico buscó a intelectuales idóneos, astutos, sabios y diplomáticos para asentarse en una España«propagandísticamente dominada por Alemania».

Traversi, su antecesor, imprimió su personalidad a la institución organizando veladas musicales, cócteles, conferencias y fiestas en el piso del paseo de Gràcia, 35, concurrido por Carles Ribas, Margot Fonteyn y Joan Antoni Maragall, entre muchos influyentes intelectuales. Al crecer la inscripción de alumnos que querían perfeccionar el inglés, el British Council se trasladó a la avenida Diagonal, justo donde ahora se encuentran las oficinas de La Caixa. Antes, Traversi intentó convencer a sus jefes de Londres de que la mejor opción era comprar el Palau Robert, que por entonces estaba a la venta.

A lo largo de estos años lo que más ha crecido es la demanda del idioma.«Sobre todo en los últimos años», reconoce Dove. Por ello, actualmente cuentan con tres sedes: una en Sant Cugat y dos en Barcelona, en la calle de Amigó y en la calle de Vendrell, de la Bonanova, donde cursan estudios los más pequeños.«En Amigó tenemos 1.800 alumnos y en la Bonanova, 1.300 niños», informa Dove.

«Como el Instituto Cervantes, no somos una academia que además organiza actividades culturales. Es justo al revés: enseñamos el inglés porque somos una institución cultural que prioriza la divulgación de la cultura británica», matiza el director, que considera que Barcelona es una de las ciudades españolas con mejor conocimiento de la lengua inglesa.«Aún percibo en los alumnos falta de confianza en el momento de hablar. Lo cual es injustificado. Así, proponemos muchas actividades para estimular la conversación». Su próxima gran cita cultural es una perspectiva del cómic británico en el Centre de Cultura Contemporània, en marzo.