La recuperación del pasado de la capital catalana

El Gòtic abre al público las nuevas ruinas romanas bajo el Pati Llimona

A la izquierda, tramo de la muralla romana descubierto en el centro cívico Pati Llimona, ayer. A la derecha, piscina fría de las termas públicas con agua de mar hallada en el equipamiento.

A la izquierda, tramo de la muralla romana descubierto en el centro cívico Pati Llimona, ayer. A la derecha, piscina fría de las termas públicas con agua de mar hallada en el equipamiento.

HELENA LÓPEZ
BARCELONA

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Adolescentes del Gòtic jugando aConecta 4bajo un señorial techo rococó y sobre las no menos nobles baldosas de un edificio del siglo XIX, en la finca que un día fue el antiguo palacio Gualbes, en el siete de la calle de Regomir; justo encima de unas sorprendentemente bien conservadas termas portuarias del siglo I, adosadas a la muralla romana de la antigua Barcino. O, lo que es lo mismo, 2.000 años de historia concentrados en los 800 metros cuadrados del nuevo edificio anexo al centro cívico Pati Llimona, inaugurado ayer, y en jornada de puertas abiertas hasta el próximo 12 de mayo.

Tras dos años de obras -en los que, milagrosamente, no se ha detenido la intensa actividad del centro cívico- y una inversión de cinco millones de euros, el Pati Llimona es ya, además de un espacio cultural de referencia en la ciudad, un lugar casi imprescindible para entender la historia de Barcelona. «Esta es, en realidad, la entrada principal a Barcino», asegura el teniente de alcalde y concejal de Cultura, Jaume Ciurana. Aunque, quien describe con más pasión -y detalle- cada rincón del nuevo espacio recuperado es el director del Museu d'Història de Barcelona (Muhba), Joan Roca.

Fuera de Barcino, a ambos lados de la puerta de entrada por el lado mar, entre mediados del siglo I y principios del II se construyeron dos conjuntos termales portuarios con agua de mar, de carácter público. Uno para hombres y otro para mujeres. Los restos que se conservan a la entrada del recién restaurado edificio de la calle de Regomir son los de la piscina de la sala fría. Las escaleras para bajar están prácticamente intactas. A su lado, varios metros -17 para ser exactos—de la muralla romana de la ciudad, otra de las joyas recién descubiertas, y lo que queda de la ya famosa puerta de mar, lugar por el que entraban los mercaderes y las mercancías que llegaban de todo el Mediterráneo, seguramente tras darse un baño en las termas.

Cuentan que fue la construcción delcastellum, la torre de vigilancia de mar y de la nueva muralla del siglo IX, la que acabó con parte de las termas portuarias suburbanas.

CAPITAL COMERCIAL / Las obras han permitido también dar con numerosas muestras de las citadas mercancías. «Ánforas de los siglos IV a VII que demuestran que, aunque fueron años en los que políticamente la ciudad no vivía su mejor momento, el comercio seguía bien vivo», señala Roca frente a dos jarrones expuestos en el nuevo espacio. De la misma época, junto a la puerta de mar, han encontrado 100 monedas de Turquía, Alemania, Francia y Croacia.

La ampliación del Pati Llimona ha permitido también reordenar los servicios y los proyectos del centro cívico especializado en fotografía que ofrece 225 talleres anuales y comparte espacio con uncasalinfantil y otro para adolescentes, el proyecto Franja Gòtic, estos últimos trasladados a los nuevos espacios. El arquitecto jefe de la compleja reforma, a cargo de Foment de Ciutat Vella, Toni Garcia, apunta que la mayor complejidad ha consistido en «coser» el edificio nuevo -con todas las medidas de seguridad que un edificio del siglo XXI requiere-, con los tesoros que se iban encontrando.

Las obras empezaron en el 2009 y se han ejecutado en varias fases: la consolidación de la fachada -uno de los elementos a conservar del edificio original-, el derribo parcial de la estructura interior del edificio, el alzado de la nueva estructura y la realización de las nada fáciles conexiones interiores con el edificio principal del centro cívico, respetando, por supuesto, la muralla romana que los separa.

NUEVOS ESPACIOS / Al margen de las instalaciones para el programa de fotografía -laboratorio analógico y plató-, el centro cívico tiene también nueve aulas taller y dos multimedios, un gimnasio, seis despachos -tres para entidades del barrio, a destacar, pues el Gòtic sufre una endémica falta de espacios para actos vecinales-, una cocina, cuatro salas de juego para niños y adolescentes y tres salas de exposiciones, entre otros.