Cambio de estrategia municipal sobre un lugar turístico

División entre los turistas sobre el cobro de entrada en el parque Güell

Típica estampa de la escalinata, el rincón más fotografiado del parque.

Típica estampa de la escalinata, el rincón más fotografiado del parque.

HELENA LÓPEZ
BARCELONA

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Pagar por algo que siempre había sido gratis no acostumbra a ser plato de buen gusto para nadie, y menos en tiempos en que los bolsillos cada vez están más vacíos, y los precios de (casi) todo son cada vez más altos. En este contexto, subir al parque Güell -uno de los pocos polos de atracción turística de la ciudad a los que todavía se accede sin pagar- a preguntar a los visitantes qué les parecería que se cerrara y se cobrara una entrada

-todavía por determinar-, a todos los no barceloneses, tal y como estudia hacer el nuevo gobierno local, puede parecer un tanto absurdo, pero no lo resulta tanto. Del casi medio centenar de visitantes consultados por este diario en el vergel de Gaudí la radiante mañana de ayer, casi la mitad afirmó ver con buenos ojos el cobro de una entrada -«simbólica», eso sí- siempre que revirtiera en la instalación. La otra mitad, en cambio, consideraba un despropósito cobrar por el acceso a un espacio público, y todavía más hacerlo de forma discriminatoria.

Carmen, asturiana residente en Rivas-Vaciamadrid -«el único pueblo de la comunidad de Madrid en el que gobierna IU con mayoría absoluta», se presenta con orgullo- ha aprovechado el largo puente para viajar hasta Barcelona a visitar a su hija Herminia, que estudia un máster aquí. Dada su carta de presentación, sobra decir que Carmen forma parte del algo más del 50% contrario al cobro. «Me parece muy mal. Gaudí creó esta maravilla para que disfrutaran de ella los ciudadanos, no para enriquecer a ningún ayuntamiento», apunta la mujer, quien recuerda que el alcalde Álvarez del Manzano (PP) tuvo una idea similar en el Madrid de los 90 -cerrar y cobrar por entrar en el también concurridísimo parque del Retiro-, pero la oposición ciudadana logró pararla.

LA SOMBRA DE LOS TORNOS / Para esta mujer, como para bastantes otros de entre los turistas contrarios al pago, existen otras maneras de frenar la masificación -algo en cuya necesidad sí hay unanimidad-, como colocar tornos y que las visitas deban hacerse con reserva previa, idea que pone los pelos de punta a la Coordinadora de Entidades del Parc Güell

-red ciudadana que reúne a asociaciones de vecinos de todos los barrios que rodean el equipamiento. De hecho, la instalación de tornos la puso sobre la mesa Imma Mayol durante el pasado mandato y fue muy mal recibida por casi todos.

Matt es escocés y ayer también paseaba por el parque junto a su novia. A sus ojos, «no sería tan extraño» que se cobrara una entrada, ya que el lugar no deja de ser una obra de arte más, y «bien se paga para entrar a cualquier museo e incluso iglesia». Más o menos el mismo discurso es compartido por Joaquim, de Terrassa, quien ayer dedicó el día de la Constitución a mostrar a su hijo el parque. «Ves a cualquier país, y para ver las cosas más representativas de su cultura tienes que pagar. Es necesario recuperar el dinero que se invierte en mantenerlo, así que me parece correcto que se cobre», apunta este vecino del Vallès Occidental, consciente de que, por su condición de no barcelonés, también debería pagar de aprobarse la medida.

Juan y Carmen, de Cerdanyola, aseguran que lo que les extraña es, «tal y cómo están las cosas», que todavía no se cobre. «Antes de que recorten en educación y sanidad, no me parece mal que se pague una entrada simbólica a los turistas. Esto no deja de ser ocio», opina el matrimonio frente a la escalinata.

A pocos metros, en la plaza, bajo un impoluto cielo azul, un nutrido grupo de adolescentes franceses toca la guitarra, canta y comparte alguna que otra cerveza. «Hemos subido hasta aquí porque es gratis. Es muy bonito, pero si hubiera que pagar seguramente no estaríamos aquí, ya que nos hemos hecho nuestra ruta particular de la Barcelona barata. Además, esto es una plaza, ¿no?, ¿cómo van a cobrar por entrar en ella», apunta el líder del grupo en un castellano más que fluido.

Los argumentos de este joven francés son esgrimidos por muchos de los vecinos contrarios al cierre, quienes opinan, por un lado, que la sobreocupación ha sido inducida

-se vende en todas la guías enfatizando que es gratis- y por el otro, que no tiene «ni pies ni cabeza» cobrar por entrar a una plaza pública.

UNA CIUDAD «MUY CARA» / Para Sandra, de Teruel, quien pasa el puente en la ciudad con una amigas, «Barcelona ya es lo bastante cara como para que encima te cobren para entrar en los parques». «La ciudad ya recauda suficiente de los turistas», crítica la mujer, quien aprovecha la pregunta para compartir su indignación por los 18 euros que cuesta entrar a la Casa Batlló, «cuando lo más impresionante es la fachada». Pilar, de Benidorm -una de las amigas que acompaña a Sandra en el viaje-, aporta una idea: «Más que una entrada, si lo que se quiere es recoger dinero para el mantenimiento del parque, se podría hacer mediante donaciones. Seguro que la gente respondería. En muchos lugares se hace», apunta.

Dicho queda.