SOCIEDAD PLURAL

La mezquita de la paciencia

El primer templo musulmán del área metropolitana lleva ya 10 años de obras en Cornellà con pequeños donativos

El edificio 8 El edificio de la futura mezquita de Cornellà, ayer, con las obras a medio gas.

El edificio 8 El edificio de la futura mezquita de Cornellà, ayer, con las obras a medio gas.

EL PERIÓDICO / CORNELLÀ

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En La Vaca, la segunda sura del Corán, lo dice muy claramente. «¿Quién será el que haga un préstamo generoso a Alá? Alá se lo devolverá multiplicado». Ese pequeño fragmento del libro sagrado de los musulmanes es el que mejor resume la larga historia de la mezquita que desde hace 10 años se construye en Cornellà y que, aunque el edificio hace tiempo ya que cubrió aguas arquitectónicamente, no está terminado aún. Será, cuando se inaugure, dentro un año y medio, según los más optimistas, la primera mezquita del área metropolitana de Barcelona. Oratorios hay muchos. A veces en unos bajos comerciales, en otras ocasiones en un antiguo párking, en una nave industrial... Pero la de Cornellà será la primera mezquita metropolitana, con capacidad para unos 1.300 fieles, es decir, grande, pero al mismo tiempo muy discreta. No solo está situada en una zona más empresarial que residencial, sino que además su aspecto exterior apenas indica cuál es su función. No hay minarete.

La mezquita de Cornellà es, en cierto modo, lo que un día fue la Sagrada Família, una construcción edificada a partir de humildes donaciones. Es obvio que en el caso del templo expiatorio del Eixample hace tiempo que eso dejó de ser así, pero en el de la mezquita, para pena de sus promotores, no. Detrás del proyecto está la Asociación Islámica Al Fath o, lo que es lo mismo, inmigrantes procedentes de Marruecos, la mayoría de ellos de familias amazighs, que trabajaban en el sector de la construcción cuando en julio del 2005 el Ayuntamiento de Cornellà les cedió el terreno para construir la mezquita. La crisis ha tenido centenares de consecuencias, miles probablemente. Una de ellas es que los donativos que los marroquís de Esplugues, Cornellà y Sant Joan Despí podían hacer para cumplir con esa segunda sura del Corán cayeron en picado. «Nos consta que ahora están pendientes de que se celebre el próximo ramadán para insistir entre los fieles en la necesidad de contribuir a la causa», explican fuentes conocedoras del avance de los trabajos.

Cesión de terrenos

Esa es, de hecho, una de las características más singulares de la mezquita de Cornellà. Cuando el ayuntamiento acordó ceder ese terreno durante 50 años a la asociación Al Fath (en el mismo pleno se cedió otro terreno a la Iglesia católica), lo hizo con la condición de que las autoridades municipales estuvieran siempre al tanto de quién financiaba las obras. En ese edificio de obra vista, donde lo más islámico del exterior son las decoraciones de la puerta principal, no hay dinero de las monarquías del petróleo. Así van las obras. Al ritmo de la cocción de un cuscús. Podría ser de otro modo, pero ese fue el acuerdo que se alcanzó y, según fuentes municipales, les consta que se respeta, entre otras razones porque a la propia comunidad musulmana de los tres municipios cercanos a la mezquita ya les parece bien. No solo porque el Corán demande ese tipo de donativos. También, porque hacerlos fortalece el prestigio de quien los realiza en el seno de la comunidad.

De la mezquita de Cornellà se han dado a lo largo de los años muchas fechas de finalización segura. Se dijo que en el 2012 estaría abierta al público. También en el 2013. Y en el 2014. Ahora, visto el estado de las obras, podría no ser ya en el 2016. Pero solo se puede afirmar con certeza otra cosa. Ilshalá.