La primera de Gràcia

Local de la calle de Milà i Fontalans en el que trabajan los vecinos de Puigmartí.

Local de la calle de Milà i Fontalans en el que trabajan los vecinos de Puigmartí.

HELENA LÓPEZ / BARCELONA

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El optimista Daniel Canals define a su gran referente con una descriptiva frase: "Con un chicle te hacía un barco". No, no habla de MacGyver. Se refiere a Lluís Bachs, quien fuera durante años alma -y cerebro- de la comisión de fiestas de la calle de Puigmartí, junto a Progrés la única de Gràcia que jamás ha dejada de engalanarse, por muy malos tiempos que hayan vivido, que los han vivido. Pese a ser todavía, según Canals, la calle que atesora más primeros, segundos y terceros premios del concurso, en Puigmartí no ganan el primer premio desde el año 1997, el último en que dirigió la orquesta el añorado señor Bachs. "Pero jamás nos hemos rendido", saca pecho Canals, desde el 2011 presidente de la junta de la calle, a la que entró con ocho años. "Este año quedaremos entre los cinco primeros. Seguro. Este año tenemos un decorado muy bueno. Volveremos a estar entre los cinco primeros", auguraba ayer Canals mientras mostraba el gran castillo que centrará el Puigcamelot, cor de Gràcia, como han bautizado este año su calle.

"¡Tras quedar los últimos en el 2009 y el 2010, quedar en el lugar 12 en el 2011 nos supo a victoria!", asegura Mayte Torres, quien a sus 58 años lleva 58 años en la calle de Puigmartí, de la que fue presidenta 12 años, hasta que tomara el relevo Canals. "No paramos ni en tiempos de Franco. La lástima es que yo tengo cuatro hijos y ninguno quiere seguir, aunque ese mal no es suelo nuestro, pasa en mucha calles", se sincera Torres, mucho menos optimista que se predecesor. "Hay calles que están haciendo cosas espectaculares. Dudo que quedemos entre los cinco primeros; aunque espero que tampoco seamos los últimos. Somos pocos, pero nos lo hemos trabajado mucho", dice con una cabeza de uno de los que en solo dos semanas se convertirán en los guardianes del castillo de Puigcamelot en la mano.

Uno de los temas estrella en todas las calles no este año, sino en la última década, es cómo ha cambiado la fiesta. La pérdida de la esencia, la masificación, los turistas, el hecho de que cada vez haya menos vecinos implicados y más fiesteros... "Aunque para hacer barra nos va bien. El sistema de lotería para pagar los decorados ya no funcionan precisamiente por esa pérdida de vecinos de siempre, así que hacer barra es necesario", confiesa el presidente.

La época dorada de Puigmartí fue en los años 60, 70 y 80 del siglo pasado, años en los que participaban pocas calles, muchas tiraron la toalla durante la dictadura, y, sobre todo, los años en los que Bachs se presentaba con dos o tres maquetas con propuestas para la decoración. "Maquetas que eran una virguería y que después él lograba que quedaran igual en la calle", recuerda Canals, quien entró a la junta por su padre, Jordi Canals, quien mantuvo durante años viva la tradición pese a ser poquísimos vecinos comprometidos.

LA EXPERIENCIA

A sus 71 años, Canals padre ha cortado con sus manos la gran mayoría de las piezas que conforman en enorme castillo (de cinco metros de altura) con el que esperan dar el golpe. "Este año hemos reciclado mucho [el reciclaje es uno de los factores que se valora alto en el concurso]. Las antorchas las hemos hecho con garrafas de agua y rollos de papel de water y de cocina, y los cascos de los guardianes con programas antiguos de otros años"relata Torres, quien junto a Canals forman una especie de Yin y Yang. Pese a discutir por casi todo, se complementan. Tienen esa complicidad que solo da haberse criado en la misma calle.

El haber sido el farolillo rojo dos años consecutivo les convirtió en protagonistas del documental L'últim, dirigido por un vecino de la calle y coproducido por TV-3. El año pasado quedaron en el puesto 16 de 18, aunque reconocen que no estuvieron inspirados. "Yo cuando lo preparábamos ya me daba cuenta de que no. Este año es distinto. Este año el decorado es 250.000 veces mejor", insiste Canals. Paco García le observa sonriente sin soltar la cabeza de guardián que última en el gran local de la calle de Milà i Fontanals en el que ultiman las preparativos.

García es otro de los incombustibles de la calle, quien entró en la junta por su abuelo. Es uno de los ideólogos del Puigcamelot en el que tanto confían. "Nuestro problema ha sido muchos años que teníamos muchas ideas, pero muy poca gente para llevarlas a cabo. Este año somos más", prosigue con su característico optimismo Canals ante la cara incrédula de Torres, quien replica con sarcasmo: "¡Muchos más, sí!". Quizá no sean muchos, pero a 31 de julio ya tenían el local lleno de coloridas banderas medievales y antorchas.

LA HISTORIA

Dentro de dos años, en el 2017, el tradicional festejo que rompe el letargo del agosto en la ciudad celebrará 200 años. Lo recuerda Josep Maria Contel, cronista de Gràcia, quien confirma lo explicado por Canals y Torres: junto a Progrés, Puigmartí es la única calle que no ha dejado jamás de participar en el concurso.