Centro de represión ideológica

La lista de presos políticos que pasaron por la Modelo tendría la extensión de la guía telefónica de una ciudad mediana

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RAMÓN VENDRELL / BARCELONA

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Dos futuros presidentes de la Generalitat pasaron por la Modelo, Lluís Companys y Jordi Pujol. Está todo dicho. La cárcel de Josep Domènech i Estapà y Salvador Viñals fue también durante muchos periodos hasta la llegada de la democracia posterior al franquismo un centro de represión ideológica en toda regla. La lista de los presos políticos que por allí han pasado tendría la extensión de la guía telefónica de una ciudad mediana. Tras la victoria fascista en la guerra civil no cabía un alma. No sobra la documentación sobre la población reclusa de aquella época, pero datos fiables sitúan la de la Modelo en 1940 en 13.000 personas. 

Josep Maria Loperena, abogado desde 1964, se especializó en la defensa de perseguidos políticos. Els Joglars, por 'La torna', y los anarquistas acusados del 'caso Scala' fueron algunos de sus muchos defendidos. "Iba cada martes a la Modelo a ver a mis clientes y a la salida tenía que tomarme dos whiskis. Ese sitio te dejaba jodido", dice.

El antropólogo Manuel Delgado fue detenido en el enfrentamiento con la policía que se produjo durante la actuación de Raimon en las fiestas de Gràcia de 1975, en la plaza del Sol. Tenía 19 años. Previa somanta en la comisaría del barrio, fue llevado a la Modelo, donde permaneció tres meses acusado de insultos de obra a las fuerzas armadas. Pasó miedo por si alguien cantaba su militancia en las Joventuts Comunistes de Catalunya, jugó a la petanca con el Vaquilla, el Pincho y el Estrella, vio 'Heidi' en compañía de quinquis los sábados por la tarde, el día y la hora de la tele, y asistió a un motín cuando a un funcionario se le fue la mano y mató al Habichuela. "De repente nos llegó un clamor tremendo -recuerda-. Comunes y políticos tomaron la prisión durante unas horas. '¡No somos perros!' era el grito".

Delgado estaba en la Modelo cuando Juan Paredes, 'Txiki', fue conducido desde esta cárcel ante un pelotón de fusilamiento el 27 de septiembre. La noche fue extrañamente silenciosa. "Por la mañana un hombre colgó una toalla roja de la reja exterior de su celda -cuenta Delgado-. Seguramente lo hizo de forma inocente, pero parecio un símbolo". Así lo entendieron también los funcionarios, que se la hicieron retirar.