BARCELONEANDO

Preparados para el fin del mundo

Se avecina un nuevo apocalipsis, como cada septiembre. A Andrea eso le quita el sueño menos que a Bruce Willis. Tiene una mochila de emergencia lista y ruta de escape. Es 'prepper'

PREPPER

PREPPER / periodico

Ana Sánchez / Barcelona

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Llega el fin del mundo en unos días. Como cada septiembre. Este año toca el 23, que al menos cae en sábado. La culpa del apocalipsis esta vez la tiene un tal planeta Nibiru. Es la última amenaza profética que se supone va a hacer añicos el mundo tal y como lo conocemos, si no contamos la vuelta al teatro de Ana Obregón.

Andrea se ríe, se encoge de hombros. A ella los apocalipsis le quitan el sueño menos que a Bruce Willis. Tiene en casa una mochila de supervivencia lista. “Mochila 72 horas”, la llaman. Andrea la abre y despliega un kit de emergencia con el que sobrevivir tres días a la intemperie con la parsimonia de Rambo: pastillas para purificar el agua, cerillas antitormenta, comida en barritas, saco de dormir, manta, botiquín, silbato con brújula y espejo de señales, una radio. “Lo justo para tres días, para desplazarte y pedir ayuda”, explica con naturalidad. Andrea tiene hasta una ruta de escape de Barcelona. ¿Que por qué? Porque es ‘prepper’. “Consiste en estar preparado para lo que pueda pasar –define-. Por si un día tu vida está en riesgo y tienes que huir”.

"Hay quien piensa que todo el mundo que se prepara para algo es para un ataque zombi, que también hay gente –apunta Andrea-. Cada uno se prepara para lo que teme"

'Preppers' –así se hacen llamar-, 'preparacionistas'. “La comunidad silenciosa que se prepara para la tercera guerra mundial”, titula algún reportaje. “No tiene que ser tan extremo –replica Andrea-, pero también podría ser”. Ella no sabe hacer fuego con dos palos, ni siquiera ha visto ‘The walking dead’. “Hay quien piensa que todo el mundo que se prepara para algo es para un ataque zombi, que también hay gente –apunta ella-. Cada uno se prepara para lo que teme. Para mí son cosas que sí que están pasando en otros países”. ¿Por ejemplo? “Hay guerras, hay catástrofes, algún día puede haber una tormenta solar y que todo lo que es eléctrico deje de funcionar. Y si no hay electricidad, tampoco hay suministro de agua. Eso es probable que pase”. Así que ya tiene hasta una ruta de escape de Barcelona. “Lo que tendría que hacer es ir a casa de mis padres”, dice. Sus padres, que viven en el Vallès, son más ‘preppers’ que ella: tienen comida en casa para un año. “Iría por el Besòs -detalla-, siguiendo el río”. Su padre ya chequeó la ruta una noche: ocho horas andando. 

Andrea tiene 25 años. Es el único detalle personal que da. ¿Que por qué quiere mantenerse en el anonimato? “No es algo que vayas explicando a la gente –se justifica-. Es como si eres de una religión u otra, tampoco vas contándolo”.

5.500 trajes de protección nuclear vendidos

El único ‘prepper’ a la redonda que da nombre y apellidos es Ricardo Rubio. Hace ocho años que ofrece ‘online’ desde Granollers Suministros para Emergencias. Ya ha vendido más de 9.000 mochilas y 5.500 equipos de protección NBQ (Nuclear, Biológico y Químico), calcula en la web. Su catálogo incluye duchas solares, galletas de larga duración, pulseras que destrenzadas se convierten en cuerdas. Los clientes van en aumento, dice. “Hay más de los que te crees”. Trump y Pionyang ayudan. “La gente se preocupa cuando ve que la cosa se pone mal. Cuando pasó lo de Fukushima, se vendieron en Barcelona un montón de máscaras, filtros y trajes antirradiactivos”. El cénit lo marcó el 2012. “Con el rollo maya, que se iba a acabar el mundo, ahí se notó mucho. Había gente que estaba convencida de que iba a pasar algo muy gordo. Un hombre compró un palé entero de comida”.

Estos compradores compulsivos no son Rambos. “Tengo clientes que son profesores de universidad –cuenta Ricardo-. Hay un grupo de catedráticos que tienen una parcela en el Pirineo con suministros por si se pone mal la cosa en Barcelona”.

Hay "iluminados", dice Ricardo. "Uno me dijo que había contactado con el capitán de una nave extraterrestre que estaba aparcada detrás de Mercurio"

Hay “diferentes intensidades” de clientes, distingue Ricardo. Están los preparacionistas, como él, que se preparan para una catástrofe. También hay 'survivalistas'. Más tirando a MacGyver. “Son más de irse a la montaña –explica-, más por deporte que por prepararse”. (Supervivencia deportiva y ‘bushcraft’, la llaman). Y luego están los “iluminados”, que dice Ricardo. “Están como una cabra”, resopla. Una vez fue a la reunión de un grupo en Barcelona. “Para vender”, se justifica. “Hicieron una meditación y después uno dijo que había contactado con el capitán de una nave extraterrestre que estaba aparcada detrás de Mercurio”.  

Ricardo, 54 años, ya tenía desde los 12 una mochila de supervivencia preparada en casa. ¿Pesimista? “No, realista –responde-. Lo que no hay que ser es fantasioso: ‘Si me pasa algo, ya me ayudarán’. Si pasa algo, por lo menos saber qué hacer y tener cuatro cosillas”. ¿Qué le diría a los que piensan que están locos? “Que se lo pregunten a los de Lorca –responde-, que se pasaron una semana en un pabellón polideportivo”.