Barcelona, 'belle de jour'

Exhibición de la 'colla' Falcons de Barcelona.

Exhibición de la 'colla' Falcons de Barcelona.

Carles Cols

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El consejo del buen librero es perfecto para esta ocasión. Nunca hay que juzgar un libro solo por su portada. La de la Mercè 2014 fue ayer, un año más, un solemne pregón de tapa dura en el Saló de Cent del Ayuntamiento de Barcelona, un acto algo envarado para la parranda que después se avecina. No es que Barcelona sea la Catherine Deneuve de las ciudades, una 'belle de jour' que en un pis pas pasa del aplomo y la circunspección de su pregón a una disipación más allá de los límites de la moral, pero realmente el discurso que anoche pronunció Núria Gispert (y no es culpa de esta mujer digna de elogio) fue una extraña portada.

Anoche dio comienzo la fiesta mayor de Barcelona. Marc Caellas, en su iconoclasta 'Carcelona' (un libro perfecto estos días para leer entre acto y acto, pues cabe en el bolsillo y es muy gamberro) recuerda que la virgen de la Mercè es patrona de Barcelona y también de los reclusos, una coincidencia muy oportuna para una ciudad a la que se puede amar y odiar simultáneamente. Vienen ahora cinco días de lo primero, de reconciliación, y más vale que así sea, porque a este jolgorio se destinan 3,1 millones de euros del presupuesto municipal, bien invertidos si, como dice el ayuntamiento, participan en ella más de 1,5 millones de personas. Ese fue el balance del 2013. Se da por hecho que esta vez no serán menos. Sale a dos euros por cabeza. Parece razonable.

Pero volvamos de nuevo al pregón. En 1985, Comediants protagonizó un película perfectamente olvidable, 'Karnabal', pero de la que merece ser rescatada una frase, cómo no, la del pregón que da pie al despiporre posterior. «'Toqueu i sereu tocats'», se pronunciaba desde el balcón de una imaginaria ciudad mediterránea, una invitación pues al alegre manoseo del conciudadano y, metafóricamente, a la permisividad. Por una razón de la que se ha perdido el rastro, el de Barcelona es desde la reinstauración de la democracia un pregón sin balcón, un acto sereno, una suerte de antípodas de lo que en aquellos años, a finales de los 70, se decidió que se merecía la ciudad, una fiesta mayor de tomo y lomo que pusiera fin al color gris entonces reinante. El pregón de la Mercè, en resumen, es un acto extraño, una ceremonia demasiado seria para lo que viene después, a no ser que sea cierto aquello que proponía Flaubert, ser ordenado y monótono en la vida cotidiana para ser violento y original después en la literatura.

EL ECO DE FERRAN ADRIÀ

A lo mejor eso hizo ayer sutilmente la entrañable Gispert, concejala de la pobreza de Barcelona entre 1979 y 1995 y presidenta de Cáritas desde el 2002 hasta el 2004, un currículum impecable que le dio autoridad suficiente para convertir su discurso en el Saló de Cent en un oportuno recuerdo de que en esta ciudad de destellos de éxito hay demasiada gente aún que lo pasa mal, ahora por la crisis, cierto, pero en anteriores momentos de bonanza económica por otras causas. Vamos, que en Barcelona, por hache o por be, siempre hay miseria, y por eso Gispert subrayó que la obligación de las instituciones es «estar al lado de los más débiles, de los desfavorecidos, de los que están al lado del precipicio, en las cloacas de la ciudad». Lamentó, en resumen, que «muchas veces las leyes no están pensadas para determinadas situaciones», en recuerdo, en este caso, a los años aún recientes en los que la ciudad prosperó sobre un colchón de inmigración sin papeles. Total, que a medida que avanzaba su inapelable intervención era inevitable que viniera a la mente el pregón del año anterior, a cargo de Ferran Adrià, y más de uno se preguntara si se trata de la misma fiesta mayor. La propia Gispert dio la respuesta: «Barcelona es acogedora, polivalente, encantadora, sabia, entusiasta y fascinante, pero a veces es triste, preocupada, pensativa y enfadada». Lo dicho, una perfecta 'belle de jour', una ciudad con tantas caras como un icosaedro, que un día te roba el corazón y al siguiente la cartera.

Una prueba más de esa poliédrica forma de Barcelona estuvo (las tradiciones, ¡ah, las tradiciones laicas!) en las protestas que se llevaron a cabo en la plaza de Sant Jaume mientras en el Saló de Cent se leía el pregón. El año pasado estuvieron allí los trabajadores de TMB. Este año, los de BTV, unos 50 empleados como mucho, así que eran menos que los vecinos de la Barceloneta, unos 200 tal vez, que contra pronóstico de los más cándidos no han puesto fin a su guerra contra los apartamentos turísticos cuando ha finalizado agosto y amenazan con amenizar el mes de septiembre. Como el santoral viene como viene, resulta que el día que finalice la Mercè, el próximo miércoles, dará comienzo la fiesta mayor de la Barceloneta, cuyo patrón es Sant Miquel. Seguro que Gispert pronunciaría allí también un buen pregón.

EL MISAL MUNICIPAL

Anoche, en definitiva, dio comienzo la Mercè 2014 tal y como dicta el 'Protocol festiu de la Ciutat de Barcelona', un libro bastante curioso de hojear que, como si fuera un misal municipal, detalla de forma minuciosa cómo y qué hay que hacer en cada una de las celebraciones de la ciudad. Anoche, la salmodia que tenía que pronunciar el alcalde Xavier Trias era breve y clara: «Que empiece la fiesta mayor». Así lo hizo y se abrió la puerta a una celebración que, como dijo el librero, no debería ser juzgada por su portada.

Vienen de cara cinco días de programación en los que resulta imposible no encontrar como mínimo algo al gusto de cada cual, y la prueba es que año tras año logran llenar el centro de la ciudad de barceloneses, lo cual tiene mérito.

Este debe ser el año (así se espera por parte de los organizadores) en el que se consolidará la Ciutadella como el gran espacio de la Mercè más familiar, en el que se volverá a hablar del Moll de la Fusta, cuya gloria urbanística fue efímera como la vida de una cerilla, en el que se estrenará la playa del Bogatell como sala de conciertos y en el que el piromusical del próximo miércoles pondrá fin al bombardeo de programación que, con motivo del Tricentenari, ha desarrollado durante todo un año el Ayuntamiento de Barcelona. Que comience pues la fiesta de esta ciudad de las mil caras. Seguiremos informando.