La fiesta de barrio más popular de la ciudad

El pregón más largo y nostálgico

Estruch repasó con detalle su vida en un sentido discurso de más de una hora

El que durante años fue 'president' de la Fundació Festa Major de Gràcia, Ricard Estruch, convertido en pregonero.

El que durante años fue 'president' de la Fundació Festa Major de Gràcia, Ricard Estruch, convertido en pregonero.

HELENA LÓPEZ
BARCELONA

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Ricard Estruch era consciente de que era su momento y lo aprovechó. Y de qué manera. El que durante tantos años fuera president de la Fundació Privada Festa Major de Gràcia gozó ayer desde la tranquilidad de haber dejado atrás las preocupaciones de ser el máximo responsable del tumultuoso cotarro y saboreó la fiesta desde la barrera. Desde el balcón, para ser más exactos, desde donde inauguró su querida Festa Major con un extenso -más de una hora de discurso- repaso de su vida, de la de su amado barrio, de la ciudad e incluso del país -el repaso fue exhaustivo-, en un costumbrista pregón con sabor nostálgico en el que hubo tiempo para hablar desde la posguerra hasta los Juegos Olímpicos o la consulta.

La plaza de la Vila estaba a rebosar desde bastante antes de las siete de la tarde para escuchar el pregón, y porque las ganas de fiesta -y de calle- eran a estas alturas de agosto irreprimibles. Quizá advertidos de que el discurso de Estruch sería largo, los primeros en tomar la palabra -sin pedirla, sobra decirlo- fueron los organizadores de las fiestas alternativas, que colgaron una gran pancarta de solidaridad con el pueblo palestino en la finca colindante a la sede del distrito. Entre sus consignas más aplaudidas -que cargaban básicamente contra la gentrificación y la modernización del barrio- se llevó la palma el «Espanya ens roba, però vosaltres més. Els diners estan a Suïssa i a Andorra», que arrancó una ovación casi unánime en la plaza y caras de circunstancias en el balcón.

DÍAS, MESES Y AÑOS / Tras el prólogo antisistema, a las siete y diez de la tarde tomó el micrófono Estruch y no lo soltó hasta pasadas las ocho y cuarto. Empezó recordando que los años tienen 365 días y 12 meses, que los meses tienen 30 días, que los días tienen 24 horas y que las horas... Con el mismo nivel de detalle repasó su infancia, cuando compraban para Sant Joan xampany Dubois para los padres y horchata para los niños, y lo que hacían en Semana Santa, en Navidad, en Reyes, en Sant Medir y, por supuesto, en la fiesta mayor. Todo ello intercalado con fragmentos de canciones que marcaron su vida.

Tras el pormenorizado repaso de su biografía y costumbres, Estruch habló sobre el presente y el futuro de la fiesta que hoy empieza (ayer solo se avanzó el pregón). «Aún queda mucho trabajo por hacer y, este trabajo pendiente no se logrará si todo el mundo, personas y asociaciones, no sacrifican un poco sus prioridades individuales y si no dejan de mirarse el ombligo y velan por la salud global de la fiesta», señaló en el fragmente más crítico del discurso, antes de añadir que «hacer festa major no es competir a ver quién trae a más grupos musicales de dudosa calidad porque tocan gratis, o a los personajes friquis del entorno».

«La fiesta mayor pide a gritos consenso, calidad y menos ruido», concluyó el motivado pregonero antes de iniciar el bando de la fiesta, en que repasó las 18 calles y plazas que participan en el concurso de engalanados que se falla el domingo.

La parte más ovacionado del bando fue la referencia al derecho a decidir final. «No pot faltar en aquesta festa catalana, el dret a decidir, que ja és dir! Gràcia és majoritària, patriòtica i capdaventera i farà el que pertoca, que ja toca», recitó el entrañable expresident de las fiestas desatando los aplausos del público antes de terminar con un «quizá a algunos no les gustará, pero esto es otra cosa. Nosotros queremos votar». Tras el discurso de Estruch, la concejala del distrito, Maite Fandos, optó por ahorrar en tiempo -y palabra- y se acogió a un rápido «que empiece la fiesta mayor», que el público supo agradecer.