La práctica de deportes en las playas de Barcelona se dispara

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PATRICIA CASTÁN / BARCELONA

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Acabada la jornada laboral en una entidad financiera, Jorge prácticamente se arranca el traje y la corbata (a lo Clark Kent) para enfundarse un pantalón corto y una camiseta de lycra y bajar pedaleando a la playa. Allí borrará todo el estrés del día y durante una hora y media se entrenará como Superman deportivo en primera línea de mar. No le hace ascos a ningún deporte, desde el 'crossfit' al fútbol playero. Como miles de barceloneses, aprovecha ese megagimnasio a cielo abierto en que se ha convertido el litoral de Barcelona para mantenerse en forma y hacer un ejército de amigos con los mismos intereses. Las redes sociales han disparado la organización de grupos para practicar conjuntamente en infinidad de actividades y horarios.

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Las playas barcelonesas incluyen varios reclamos deportivos por parte del ayuntamiento, desde infraestructuras para el entrenamiento funcional (barras fijas, de salto, flexibles...) en puntos como el Espigón del Gas de la Barceloneta, o la Nova Icària y Nova Mar Bella, a redes de voley. Pero a miles de usuarios les bastan la arena y el mar para desplegar un repertorio sin fin de actividad física: 'paddle surf', kayak, vela, patín catalán, 'paddle yoga', 'windsurf' en el agua; o 'running' y patinaje por el paseo Marítim y mucho pilates, yoga, tenis playa, 'frisbee', petanca, voley y fútbol sobre la arena. No obstante, los encuentros más en boga pasan por las sesiones grupales de 'crossift' (un sistema de entrenamiento con ejercicios funcionales de diversas disciplinas -de las pesas a correr- que potencian desde la fuerza a la flexibilidad) y de 'bootcamp' (que viene a ser como un entrenamiento militar para civiles, que arrasa para quemar calorías y ponerse como un toro).

El antes y el después del enganche multitudinario al deporte playero pasa por las redes sociales. Desde Watsapp muchos grupos de amigos se organizan, y desde Facebook los convocantes ven multiplicada la cifra de alumnos o compañeros de entreno, autóctonos o extranjeros residentes en la ciudad. La red de contactos desde Meetup es otro altavoz gigante: a diario hay propuestas para correr junto al mar, participar en sesiones de pilates o jugar partidos. En estos casos, cuando hay un instructor o responsable de grupo se suelen abonar las sesiones sueltas, muchas veces de 3, 5, 10 euros... Muchas veces detrás no hay una razón social, por lo que el practicante debe asegurarse de que el profesor o instructor esté capacitado.

DESCONEXIÓN Y RELACIÓN

Los horarios más populares de práctica son de ocho a nueve de la mañana (antes de trabajar o antes del sol abrasador) y al caer el sol. A las siete de la tarde de un jueves resulta alucinante recorrer las distintas playas barcelonesas y comprobar la gran cantidad de partidos, juegos y sesiones que se practican simultáneamente, en medio de una gran camaradería. Para algunos deportes basta con sumarse al juego o acudir con otros practicantes conocidos; en otros, hay entrenadores y organización, porque el entrenamiento en grupo y circuitos es especialmente estimulante y ayuda a la superación personal.

La oferta es enorme. Fabio Santos es un instructor de 'crossfit' brasileño que por Meetup ha convocado ya 651 sesiones en los últimos dos años. Desde su caledario pueden reservarse clases en sus circuitos funcionales, normalmente a las siete de la tarde. El programa Bootcamp de Rockstar Lifestyle (que abarca de la nutrición a un calendario de sesiones de acondicionamente) lleva a primera línea de mar a sus practicantes y entrenadores, con camisetas corporativas, y habitualmente capta la atención de bañistas y paseantes. Muy populares son también las clases de yoga sobre tabla de 'paddle' que imparte cada verano en la Barceloneta Ely Merino, fundadora de Pilates Sup&Beach. Desde su app se reserva por 20 euros la sesión. 

EL ÉXITO DEL VOLEY

En la arena, Roser Herrera recuerda cómo hace ocho años comenzó a practicar voley en la playa cada domingo, antes de afrontar la semana laboral en la editorial donde trabaja. Con el tiempo empezó a haber tanta gente practicando que tuvieron que cambiar de día y horarios. Ahora buscan espacio donde instalar su propia red (por cuatro duros en cualquier tienda de deportes) junto a la escultura de L'Estel Ferit (más conocida como los cuatro cubos) en la Barceloneta. Si hay 'overbooking' se desplazan al Bogatell. El modus operandi de sus encuentros es fácil: "Tenemos un grupo de 12 personas en Whatsapp, todos de 30 a 55 años y siempre quedamos para jugar en equipos de dos o tres", relata. En verano el ambientazo en la zona es adictivo, pero confiesa que aún le gusta más jugar las mañanas de invierno, "sin apenas nadie en las playas".

En el caso de Ricard Gomicia, que detesta los gimnasios y prefiere la actividad a cielo abierto, el grupo Boot Champ -con planificación diaria- es perfecto para no tener ataduras y decidir qué día entrenar, a seis euros la sesión. Como reside en Sant Boi, solo acude una vez por semana y es de los pocos españoles en un grupo de lo más internacional, siempre concurrido. Muchos extranjeros que estudian o trabajan temporalmente en la ciudad optan por esta vía de entrenamiento, donde también se relacionan y a veces queda para salir de cena o de fiesta.

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