ESPACIO PÚBLICO RECUPERADO EN UN PASO FRONTERIZO

La playa de la periferia

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HELENA LÓPEZ / BARCELONA

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Antonio Fernández es un hombre de costumbres. Cada mañana planta su silla de director de cine literalmente en medio del Rec Comtal y, con pies y pantorrillas en remojo -el agua cubre unos 50 centímetros-, se dispone a leer. La Biblia. “Venimos por la mañana y estamos hasta media tarde, hasta la hora de ir al culto”, explica sin salir del agua (a esa hora, la una del mediodía, el sol abrasa y no apetece alejarse del agua helada). Habla en plural, “venimos” porque, pese a que enfrascado en las Sagradas Escrituras está solo, la excursión diaria –viven en Cerdanyola- hasta el nacimiento de la milenaria acequia la hace acompañado por su mujer, Teresa Moreno, y por sus cuatro hijos pequeños. Mientras Antonio lee, Teresa y los niños se bañan un poco más abajo, justo a la entrada por Montcada del Rec Comtal, cuya peleada rehabilitación acaba de terminar.

El lugar en el que fija -casi fondea- su silla Antonio es estratégico. Es un tramo tranquilo, pero desde el que controla el más salvaje extremo Vallbona, con una profundidad de algo más de dos metros y en el que los niños mayores –una cuadrilla de preadolescentes con bicicletas, digna de ‘Verano Azul’- se tiran desde el puente -“desde aquí les vigilo y les regaño para que no lo hagan”-, y el extremo Montcada, más ancho y en el que el agua cubre poco y se concentran los más pequeños. 

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“Este es el lugar más fresquito que he podido encontrar en mi vida”, explica Teresa mientras chapotea junto a su hijo menor, Miguel, de 4 años. “Mi pequeño, nada más levantarse, pregunta cuándo iremos al riachuelo”, prosigue la mujer, quien ha sido testigo del vuelco que ha dado el lugar. Como muchas otras, su familia ya era asidua antes de la transformación, que ha convertido el antaño casi vertedero pegado a la vía del tren en un agradable paseo que une el barrio de Vallbona, el confín de Barcelona, con el de Can Sant Joan, en la periferia de Montcada.

AMISTADES DE VERANO

Los otros hijos de Antonio y Teresa juegan con Lucía, Michelle y Tomás, hijos de Washington y María, vecinos de Trinitat Vella que también acuden casi a diario al Rec, donde han hecho amistad a base de compartir pícnics, baños y risas. “A los niños les gusta más venir aquí que ir a la playa. El agua es dulce y está más limpia, además se está más tranquilo, sobre todo entre semana. El fin de semana ya es otra cosa...”, explica María bajo la sombrilla que han plantado entre las vías y el agua. “Venimos pronto para coger sitio. A partir del mediodía se llena”, sigue mientras busca entre las bolsas preparando el vermut. Patatas, olivas y Coca-cola. Llevan comida y bebida fresca para pasar el día. "Solo encontramos una pega: faltan papeleras y sombras", reivindica.

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Más o menos lo mismo explican una pareja con dos niños venidos desde Ciutat Meridiana, instalados unos metros más allá, y otra con un bebé vecinos de la Via Júlia, mientras en el agua, una mujer subsahariana se baña totalmente vestida –aquí nadie mira mal a nadie y la polémica sobre le burkini parece de otra galaxia- junto a sus dos hijas.

Los gemelos ucranianos Igor y Roman Voytovych, vecinos de Vallbona, son también habituales de los baños en el Rec, en su caso en la zona más profunda. Tienen 53 años, pero se tiran desde el puente casi con el mismo desparpajo que los niños de 12 a los que regaña Antonio. 

El hijo de Cristina García es uno de los que se tiran por el puente y a los que no solo regaña Antonio desde su silla, sino también los autobuseros, que cada vez que suben para la plaza del Primer de Maig tienen que parar porque ponen las toallas en el asfalto para que estén calentitas cuando salen del agua. "Yo también les digo que no se tiren de ahí, que es peligroso, pero no entiendo por qué prohíben el baño. En Vallbona, al margen del campo de fútbol, no hay nada. Si es verano, hace calor y no tienes medios, dónde llevas a tus hijos?", pregunta pertinente.

DEBATE SOBRE LOS USOS

Pese a su poco fácil situación -a los pies de la cementera y sobre la vía del tren- el agua del Rec muestra un aspecto que bien podría pasar por un río perdido en el Montseny. Pero, como plantea Cristina, tiene un pequeño gran defecto: el baño está prohibido, prohibición que nadie tiene demasiado en cuenta, ya que el canal ha sido históricamente zona de baño para los lugareños, incluso en las épocas en las que mostraba un aspecto más dejado. De hecho hay solo un diminuto cartel en el puente de Vallbona que indica el veto. Los contrarios al baño -la asociación de vecinos Vallbona-Rec Comtal- piden que se señalice más claramente esta prohibición.

{"zeta-legacy-despiece-horizontal":{"title":"Una reforma muy peleada","text":"Las obras las ha financiado\u00a0el\u00a0Ayuntamiento de Barcelona\u00a0en el marco de los acuerdos firmados con el consistorio de Montcada\u00a0para construir\u00a0la nueva perrera de Barcelona\u00a0en sus terrenos."}}

“Como paseo, la reforma ha quedado fenomenal. Iluminado, más ancho, sin barro, ninguna queja, pero falta el proyecto social para las personas que no usan el lugar como punto de encuentro y zona de recreo, que era algo que también reivindicábamos. Es importante sentar las bases sobre qué se puede hacer aquí y qué no para evitar problemas de incivismo, además de aumentar la limpieza, que eso sí se ha notado que lo han hecho”, afirma José Luis Conejero, presidente de la asociación de vecinos de Can Sant Joan

Fuentes del Ayuntamiento de Barcelona -el Rec pertenece a Barcelona- aseguran que asumen también la necesidad de dinamizar el lugar con educadores de calle y que han empezado con la asignación de agentes cívicos y ambientales y dinamizadores deportivos este verano (en el marco del plan de civismo de Nou Barris) y aseguran que su voluntad es seguir trabajando con el territorio. El problema, hoy, señalan los vecinos, es que en agosto, el primer agosto del Rec reformado y el momento de uso más intensivo del espacio, se han ido de vacaciones.

"Valoramos el esfuerzo del Ayuntamiento de Barcelona, pero necesitamos una bicicleta de montaña y el ayuntamiento va en un triciclo de niño pequeño", asegura Antonio Alcántara, miembro de la asociación de vecinos, quien defiende que lo necesario es un buen proyecto comunitario para que el nuevo espacio público por el que tanto han luchado y que tan bien ha quedado, sea también un lugar donde llevar a cabo un trabajo social, en vez de un posible foco de conflicto.

{"zeta-legacy-despiece-horizontal":{"title":"Plan estrat\u00e9gico para proteger todo el canal","text":"El proyecto cogi\u00f3 impulso despu\u00e9s del descubrimiento, en marzo, de un nuevo tramo de la acequia\u00a0en la calle Dos de Maig,\u00a0durante las obras\u00a0en la plaza de las Gl\u00f2ries y su entorno."}}