Plan municipal para que la innovación educativa llegue a todos los barrios

El consistorio quiere evitar que la oleada renovadora produzca una nueva segregación entre colegios ricos y colegios pobres

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MARÍA JESÚS IBÁÑEZ / BARCELONA

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El pedagogo y periodista Jaume Carbonell, director durante años de la prestigiosa revista ‘Cuadernos de Pedagogía’, sostiene que estamos viviendo “una tercera primavera pedagógica” en referencia al momento que atraviesa la educación en Catalunya. El movimiento de renovación en las metodologías, en los espacios y los horarios escolares, en los materiales con los que trabajan los alumnos y en la nueva formación del profesorado tiene al menos dos antecedentes claros, afirma Carbonell. El más cercano en el tiempo fue el que impulsaron algunos maestros en las décadas de 1960 y 1970, cuando nacieron movimientos de renovación pedagógica como la asociación Rosa Sensat. Bastantes años antes, las escuelas proyectadas por la Comisión de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona, constituida en 1916, habían abierto el camino.

“La prioridad del consistorio de aquellos años fue, de entrada, la construcción de unos equipamientos públicos, que entonces eran escasos, y la de tratar de universalizar la educación, hasta entonces impartida por la Iglesia y reservada solo a ciertas clases sociales”, señala Miquel Àngel Essomba, comisionado de Educación del ayuntamiento de la capital catalana.

La situación ahora es distinta, admite el responsable técnico del área educativa del consistorio, “pero el objetivo sigue siendo el mismo: que la escuela en esta ciudad sea pública y de calidad”, insiste. Por eso, agrega, “porque hay que aprovechar el impulso que este tema ha tomado entre la sociedad civil”, el ayuntamiento está reuniendo información y recursos para seguir desplegando su plan de choque educativo municipal, “con la innovación pedagógica como herramienta para combatir las desigualdades”.

{"zeta-legacy-despiece-vertical":{"title":"Centenario del 'modelo Barcelona' de escuelas","text":"Los actos de conmemoraci\u00f3n del centenario de la creaci\u00f3n de la\u00a0Comissi\u00f3 de Cultura han empezado este mi\u00e9rcoles en el Sal\u00f3 de Cent, con una conferencia del fil\u00f3sofo Joan Manuel del Pozo, 'exconseller' de Educaci\u00f3. Los pr\u00f3ximos s\u00e1bados, 8 y 15 de octubre, se realizar\u00e1n dos jornadas de trabajo, en los colegios Pere Vila, primero, y Ramon Llull, luego, para debatir sobre los paralelismos entre el 'modelo Barcelona' de escuela de hace un siglo, la innovaci\u00f3n que se est\u00e1 desarrollando en las escuelas y la senda a seguir a partir de ahora."}}

EVITAR UNA NUEVA SEGREGACIÓN

El propósito, como ocurrió hace 100 años, es que este movimiento renovador "al que muchas escuelas de la ciudad ya se han adherido sea para todos y que no se produzca una nueva segregación entre colegios ricos y colegios pobres por este motivo”, prosigue Essomba.

El plan de choque educativo, de hecho, se inició el verano pasado en los barrios de Trinitat Nova, Bon Pastor, Baró de Viver y Besòs-Maresme, y seguirá el año que viene en otras áreas identificadas como de actuación prioritaria, como la Zona Franca y los barrios de montaña de la ciudad.

“El problema es que muchas veces no se trata solamente de renovar metodologías dentro de las aulas y me temo que en estos momentos a muchos les parece que así ya están innovando”, avisa Aina Tarabini, investigadora en el grupo Globalización, Educación y Políticas Sociales (GEPS) de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB).

En su opinión, hay condicionantes “de contexto” que, si no se adoptan medidas específicas, pueden dificultar la implantación de estas nuevas metodologías en colegios de alta complejidad socioeconómica. “Son centros, por ejemplo, con una alta rotación del profesorado y eso condiciona la innovación”, advierte Tarabini.

Los planes municipales pasan por desplegar distintos proyectos educativos de barrio, "porque la educación también se desarrolla en cualquier punto de un barrio o ciudad”, subraya Essomba. Estos programas, aún por concretar, recuerdan en cierta medida a los planes de entorno que tanto se potenciaron hace unos años, pero que ahora, después de la crisis, han quedado prácticamente sin financiación.